Un sencillo kit permite detectar si alguien ha puesto drogas que anulan la voluntad en tu copa
«Me sentí mal, me mareé y tenía ganas de vomitar. No sabía si era porque había bebido demasiado o porque había sido drogada, porque no recordaba nada». Este es un testimonio recogido en uno de los talleres que organiza la Universitat de València para evaluar un kit llamado Nosum que detecta en las bebidas la droga GHB (ácido gamma-hidroxibutírico), conocida como éxtasis líquido. El objetivo no es otro que aportar a las jóvenes un instrumento de protección personal capaz de prevenir las agresiones sexuales por sumisión química, que según Sociedad Española de Medicina de Urgencias (SEMES) alcanzan el 20% del total.
Las denuncias de víctimas de delitos que vieron anulada su voluntad tras consumir una bebida se han multiplicado hasta un 500% y, en el caso de abusos sexuales, el perfil es de mujeres menores de 30 años que acuden a un hospital sin recordar nada de lo ocurrido y sin que haya rastro de sustancias en su organismo. Es el caso de la joven de Igualada, que sale a colación en entre los universitarios que acuden a este taller en el que también participa EL MUNDO.
«El éxtasis se metaboliza muy rápido: en entre seis y 12 horas desaparece del organismo. Por eso lo importante es poder prevenir». Lo cuenta Pablo Gaviña, miembro del grupo de investigación MODeLic que ha desarrollado el kit mientras los reparte entre la treintena de alumnos, tantas chicas como chicos, que han acudido a interesarse. A todos se les entrega un sobre con unas sencillas instrucciones, dos pequeños viales con el reactivo, un cuenta gotas, y se les ofrecen frascos con cerveza, vodka con naranja y un refresco de cola, algunos contaminados y otros no.
Una gota y… cambio de color
Lo que tienen que hacer es coger una gota de la bebida e introducirla en el vial, que con solo agitarlo se volverá rojo indicando que hay GHB y, por tanto, está contaminada. «La fiabilidad de esta prueba es muy alta y funciona -explica la investigadora Silvia Rodríguez- tanto en bebidas alcohólicas puras como en combinados y refrescos». Además, según los últimos avances, han detectado que puede utilizarse el mismo vial hasta cinco veces si no hay un positivo.
El grupo de investigación trabaja desde hace años en la detección de sustancias de interés biológico y decidieron emprender el camino de hacer detectable con simplicidad el éxtasis, «por ser la droga más común en las sumisiones químicas», reflexiona Gaviña. En el descubrimiento, ya patentado, hubo algo de «serendipia», «porque buscábamos sintetizar otra molécula, pero nos equivocamos y vimos que este sensor funcionaba mejor. Tenemos hasta tres reactivos que dan colores diferentes e incluso fluorescentes».
Los esfuerzos están ahora centrados en pulir el kit, es decir, hacerlo mucho más manejable -ya lo es- y discreto. «Porque hay que vencer el qué van a pensar de mí si me ven haciendo la prueba», añade otra de las investigadoras, Empar Vengut. Están en contacto con el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplast) para hacer viales aún más pequeños y ya han visto que una tira es mucho más práctica, efectiva y discreta que el cuentagotas. «Tiene que ser algo que puedas llevar en el bolso o en el bolsillo como un instrumento de protección personal», reitera Pablo.
De hecho, cuando llegue al mercado es tan sencillo que su coste «podría no superar los 50 céntimos y venderse como un producto de parafarmacia».
El problema es qué hacer después de comprobar que alguien ha depositado droga en la copa. Se descarta la bebida y se huye del peligro, pero puede costar identificar a quien lo haya hecho y mucho más acusarle. «Esta prueba no tiene validez legal, aunque estamos trabajando en ver qué requisitos se necesitarían para que se pueda alcanzar», explicó Silvia ante las preguntas de algunos jóvenes, que propusieron la posibilidad de que estos kit pudieran estar en manos de sanitarios y fuerzas de seguridad para corroborar el intento de agresión. «De momento, sirve para dar tranquilidad, que no es poco viendo los datos y las cifras en este momento», matizó Gaviña. Y no solo ante una posible actividad delictiva, sino ante la negativa a consumir drogas de manera recreativa que, por el asentimiento caso generalizado en la sala, está derivando a colectivo en fiestas universitarias a través de las bebidas.
Parte esencial para que avance esta investigación, financiada por el Plan Nacional sobre Drogas y la Agencia Valenciana de la Innovación, es que el kit se use. De hecho, incluye un sobre franqueado para que los estudiantes remitan de manera anónima y gratuita cualquier muestra positiva que puedan hallar.
Colaboración de los locales de ocio
Estos talleres se convivieron para el alumnado de las universidades públicas valencianas pero, al tratarse de una iniciativa pionera dirigida especialmente a jóvenes, hay otros centros que ya se han dirigido al equipo para divulgar la investigación. En concreto hay programados talleres online con las universidades de Zaragoza y Granada, a las que se le harán llegar kits para que los distribuyan entre el alumnado participante.
El imput que llevó a este equipo de investigadores a buscar cómo detectar de manera sencilla las drogas de sumisión en las bebidas fue ver cómo se aconsejaba a las chicas que acudían a locales que se llevara las copas al baño para no perderlas de vista. A pesar de que hay casos en fiestas privadas o botellones, en pubs y discotecas es donde se concentran.
De hecho, en el Reino Unido ha habido un movimiento de mujeres promoviendo el boicot a determinados locales tras la proliferación de casos. La policía ha reconocido que en los últimos dos meses ha habido 198 casos confirmados de mujeres a las que drogaron a través de sus bebidas. En el debate del taller organizado por Nosum también surgieron estas dudas: ¿pueden los locales contribuir a esta vigilancia?
Cuatro de los investigadores del grupo MODeLic que han desarrollado Nosum.
El grupo de investigación está contactando con empresas de distribución de bebida, asociaciones de hostelería y ocio nocturno para extender el proyecto. «Pensamos que podrían estar en una zona del local, como las máquinas de preservativos», sugirió Gaviña. La conclusión generalizada es que contar con este producto, cuando se comercialice o de modo experimental dentro de la investigación, podría aportar «una especie de sello de calidad» al local y disuadir de estas prácticas.
Mientras esto no ocurre y el kit no se estandariza, el consejo de los químicos es, ante cualquier síntoma, apoyarse en alguien de confianza para estar acompañada y, en el caso de tener sospechas de una agresión, no lavarse, ni cambiarse de ropa y acudir lo más rápido posible a un hospital para intentar detectar la presencia en sangre. La Comunidad de Madrid es, por el momento, la única que tiene desarrollado un protocolo ante la sumisión química en los centros Atención Primaria.