Esmail Qaani, otro Soleimani para retar a EEUU

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A Ladan le da un vuelco el corazón cada vez que un avión sobrevuela su cabeza. “Era muy pequeña cuando la guerra. Recuerdo las alarmas antiaéreas sonando en plena noche. Mi padre corría a agarrarnos a mi hermana pequeña y a mí para llevarnos al subterráneo del edificio, con el resto de vecinos. Así muchas veces”. Basta con el rugido de la turbina de una nave comercial para, como si cortocircuitase su inconsciente, desencadenar una congoja profunda en Ladan, pese a que hoy roza ya la cuarentena.