El Ángel Exterminador
Ahora que Europa sale de casa como los burgueses del ‘Ángel Exterminador’ de Buñuel, dando tumbos tras quedarse encerrada por un mal invisible y tropezar con sus peores instintos a medida que la cuarentena hacía trizas el traje de etiqueta. Ahora que incluso en casas alfombradas y con airbag para acolchar el golpe en la cuenta se sufren las secuelas de haber estado solo y haber tenido miedo. De haberse asomado a la reja para ver cómo se esfumaba el mundo de ayer. O su espejismo, porque el mundo de ayer nunca está. Ahora que nos hemos visto desnudos, acaparando papel higiénico y latas de atún en plena abundancia. Que en tres meses nos ha dado tiempo a declararnos la guerra. Que se barrunta una epidemia de tristeza. Ahora que salimos de prisión, dicen que gran parte de la humanidad sigue cumpliendo cadena perpetua en tierra de nadie: 80 millones de eternos condenados. Al hambre, la muerte, la enfermedad, la locura. La pregunta es cómo se soporta. La pregunta es si de verdad no podemos hacer nada.