Señales del Apocalipsis

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Algo inquietante está pasando con los monos. No es la primera vez que siembran el terror, pero las otras se acababan apagando la tele. De King Kong a Chita estaban bajo control. Eran otros tiempos, eso sí, donde uno era libre de tocar un pomo y morderse un padastro. O colgarse de una barra del metro rebozada de microbios, pero con papeles, de los que tienen apellido con solera en el Vademecum. Ahora todo está prohibido: desde probar helados ajenos a hablar en alto chorreando gotas. Así que lo que faltaba era una cepa de monos letales poniendo en jaque a la humanidad. Uno acaba de dejar un muerto y 250 heridos en un ataque de ira. Le faltaba alcohol. Que no digo yo que no sea una razón, pero las cosas se pueden hablar. Y no es el primero. Otra banda de simios se echó hace poco al monte para robar muestras del virus en un laboratorio indio. Se las comieron. Así empezó Spiderman. Y el Doctor Manhattan. Bueno así no, pero no se ate a la letra pequeña que no hay tiempo para buscar el antídoto.