Hablemos del Sáhara
El sábado 27 de febrero, el Frente Polisario (FP) celebró el 45 aniversario de la auto proclamada República Árabe Saharaui Democrática. Con parada militar y discursos en los campos de refugiados de Tinduf, principal centro de operaciones del FP en el desierto argelino.
La cuestión del Sáhara Occidental (SO) nos afecta de forma específica y profunda. Para mi generación, queda unida a la incipiente TVE, es la curiosidad infantil, por las vistosas figuras que representaban aquellas provincias saharianas en las Cortes franquistas. Para la Nación, es la memoria de los acontecimientos dramáticos de la Marcha Verde con Franco agonizante (noviembre de 1975). Y el arriar de nuestra última bandera el 26 de febrero siguiente, mientras España entera se afanaba en conquistar democracia y estabilidad propias, en un contexto internacional escéptico respecto del éxito de ambos empeños. Y los lazos personales que perduran: para miles de españoles se trata de un asunto familiar, desgarrador por íntimo, sustentado en los afectos cruzados nacidos del acogimiento temporal por vacaciones de niños saharauis refugiados de Tinduf.
Como españoles, pues, lo primero que nos debemos es comprender y valorar de frente, sin lastres ni resquemores, estas dos fechas (junto a lo acontecido entre medias). Por la responsabilidad habida y el eco moral que reverbera. Y participar activa y serenamente en la reflexión que se hace inaplazable ante la realidad actual, ante el entretejido de razones jurídicas, geopolíticas y de opinión pública. Sin olvidar la terrible situación de los campos y los saharauis que allí malviven.
Más allá de la actual crisis diplomática entre Rabat y Berlín, estos meses acumulan acontecimientos relevantes. En noviembre pasado el FP declaró “nulo y sin efecto” el Alto el Fuego respaldado por la ONU que puso fin -en 1991- a las hostilidades iniciadas en 1975. El FP lo presentó como respuesta a la intervención de fuerzas marroquíes para desbloquear -cerca de la frontera del SO con Mauritania- el paso de la única carretera que, siguiendo la costa, comunica el Mediterráneo hacia el Sur. El FP la mantenía cortada -desde el mes anterior- aduciendo que no existía cuando se firmó la tregua en 1991, y por tanto era ilegal.
Semanas después, a la sorpresiva proclama del presidente Trump siguió la publicación de una muy medida comunicación oficial de la Casa Blanca. A finales de 2020, 18 Estados (subsaharianos y del Golfo) mantenían -o proyectaban abrir- consulados en El Aaiún y/o Dahla (la antigua Villa Cisneros), lo que supone un reconocimiento implícito de la soberanía marroquí. A ellos se viene a sumar EEUU.
La opinión pública internacional, por incomparecencia de Marruecos, va de la indiferencia al respaldo incondicional y acrítico del FP. Marruecos ha seguido, desde 1975, una lógica férrea: es territorio de soberanía marroquí. No entra a discutirlo. Como consecuencia, jamás se ha involucrado en la batalla de las percepciones. Así, circulan como incontrovertibles, factoides respaldados por una hábil política de judicialización del FP.
El FP combate todas y cada una de las actividades económicas con dimensión exterior que se desarrollan al Oeste de la línea de demarcación con la zona que controlan, que brindan un modo de vida y aportan beneficios. El FP ataca el comercio agrícola, la exportación de fosfatos, los acuerdos de pesca (hace tres días, se celebró la audiencia en el caso del acuerdo de pesca con la UE, impugnado por el FP ante el Tribunal General de Justicia de la UE). Hasta persigue la instalación de infraestructuras energéticas eólicas y solares. Es una estrategia deletérea que perjudica directamente a una mayoría de saharauis que viven allí (mientras, por cierto, el FP se niega a que la ONU realice un censo en los campos de Tinduf).
La ONU incluye al SO entre los “Territorios no Autónomos”. Sobre la presencia de Marruecos, si se trata de “Ocupación” en términos jurídicos, procede recordar que ni se aplica, ni se ha aplicado al territorio el cuerpo de Derecho específico correspondiente. En cuanto a las resoluciones de la ONU que constituyen el marco normativo, esta calificación no se encuentra en ninguna de las 69 aprobadas por el Consejo de Seguridad (CS) referidas al SO. Y entre las 47 específicas de la Asamblea General (AG), que se remontan a 1975, tampoco hay rastro alguno desde 1980. Esta calificación se sustenta, así, en dos pronunciamientos, de 1979 y 1980, aislados y muy controvertidos en su aprobación.
Periódicamente, el CS escucha el informe del Secretario General y aprueba la extensión del mandato de la “Misión de las Naciones Unidas para la Organización de un Referéndum en el Sáhara Occidental” (MINURSO). Sin perjuicio de lo anterior, desde hace ya 15 años, el SO forma parte de las cuestiones de “Paz y Seguridad” propias del CS. Las resoluciones sistemáticamente exhortan en idénticos términos a “negociar (…) una solución política”. Con una propuesta marroquí de autonomía, frente a la exigencia por el FP de un referéndum de independencia.
Hace unos días, este diario iniciaba su crónica: “España comienza a asumir que el nuevo presidente de EEUU no corregirá el reconocimiento de Donald Trump a la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental”. Y narraba cómo la Ministra González Laya insistía en que el CS mandara negociar a Marruecos con el FP. La “solución política” la han de definir ellos, con “la presencia” de Argelia (formalmente también Mauritania).
Es cierto, pero España no puede adoptar una postura pasiva. Parapetarse tras las resoluciones del CS. Tenemos responsabilidad cualificada. Además de lazos y nudos con nuestro vecino del Sur. Corresponde implicarnos -Gobierno, pero asimismo sociedad- en la maduración de una salida al laberinto.
Frente a los campos de Tinduf que proyectan el desierto por futuro; frente a los millones de ciudadanos pendientes del necesario proceso de integración regional del Magreb; frente a la fragilidad del Sahel; frente al enquistamiento de la situación; el realismo político auspiciado por el CS nos interpela. Y hoy la superación del statu quo pasa por el debate a fondo la autonomía y su amplitud. Equipaje de Mano volverá sobre este asunto.