El hartazgo de predicar en el desierto: “Con un 10% que no cumpla, vamos al traste”

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Pretendiendo seducirla, Apolo concedió a Casandra el don de la adivinación. Pero, tras ser rechazado, el dios maldijo a la sacerdotisa: nadie creería sus profecías. La troyana anunció con acierto la invasión de su ciudad, sólo para verse desdeñada. Una y otra vez, los expertos han avisado del riesgo de repuntes, sin lograr impedir que nos arrase cada nueva ola. ¿Qué está pasando? La feliz ignorancia de quien desoye amargos pronósticos contrasta con la frustración del que predica en el desierto.