Así mueren las democracias

SPAIN

El asalto al Capitolio de miles de seguidores de Donald Trump para impedir que se ratificasen los resultados de las elecciones en las que Joe Biden logró una inapelable victoria, demuestra hasta qué punto los riesgos del populismo no son mera retórica. Ahora sabemos que el personalismo y la arrogancia que ha demostrado el líder republicano durante sus cuatro años de mandato, el desprecio hacia las instituciones democráticas y el constante recurso al insulto, a la mentira y al acoso a los medi

os de comunicación eran solo la antesala de un proyecto que no ha dudado en recurrir a la violencia cuando se ha visto desalojado del poder. Los asaltantes, que han trepado por los muros del edificio y han destrozado violentamente puertas y ventanas para acceder a las dependencias parlamentarias e interrumpir la sesión, que ha debido ser suspendida, esperaban concentrados frente al Capitolio una señal del todavía jefe de Estado y de Gobierno estadounidense. El ataque se produjo en el momento en el que
Trump
, consciente de que el vicepresidente
Mike Pence
se iba a negar a anular el resultado de los comicios del 3 de noviembre -entre otras cosas, porque es ilegal y porque no tiene competencias para hacerlo- se dirigió a la turba para enardecerla repitiendo que le habían robado las elecciones y para calificar al líder demócrata como “un presidente ilegítimo”.
Los vándalos han ocupado, entre otras, las dependencias de la presidenta de la Cámara de Representantes,
Nancy Pelosi
, tercer líder político en la sucesión presidencial, destrozando todo el mobiliario que encontraban a su paso. Los legisladores fueron evacuados a un lugar seguro antes de que la masa ocupase el edificio (dejando varios heridos , al menos uno de bala) y el ayuntamiento de Washington decretó el toque de queda para las seis de la tarde. El Departamento de Defensa, cuyo secretario fue destituido por Trump tras la derrota electoral, se negó a enviar a las Fuerzas Armadas para detener el ataque.
Solo una hora después de iniciado, y ante la deriva que estaba tomando la situación, Trump autorizó a la Guardia Nacional para que actuase con contundencia contra los manifestantes violentos
.
Se trata de
un hecho inédito en los casi dos siglos y medio de historia de la democracia más antigua del mundo
. Como declaró el propio Biden,
no estamos ante un simple altercado, sino ante un ataque sedicioso a la democracia
, producto de la polarización de la sociedad que ha estado alimentando irresponsablemente Trump desde su llegada al poder. Tras perder la batalla legal emprendida después de que terminase el recuento en todos los estados, a Trump solo le quedaba la opción del golpe violento para seguir aferrado al sillón presidencial. Y a escasos quince días del traspaso de poderes ha logrado suspender la sesión que debía ratificar los resultados, creando una situación de incertidumbre sin precedentes en la principal potencia mundial.
La democracia estadounidense no puede sucumbir a un ataque de esta naturaleza
. Los responsables del asalto deberán rendir cuentas ante la Justicia y el propio Trump debe ser investigado para conocer cuál ha sido su intervención en unos actos que no habrían tenido lugar si hubiese aceptado su derrota electoral.