La Audiencia Provincial de Zaragoza ha condenado a un hombre a 20 años de prisión por haber matado a martillazos a otro hombre con el que se había citado por redes sociales en la capital aragonesa para tener sexo.
La víctima era un transportista madrileño, de 48 años, a quien le reventó el cráneo con más de 20 martillazos.
Los hechos ocurrieron en diciembre de 2018, cuando Jonathan Witmar Berreondo Noriega, que entonces tenía 26 años, llevaba sólo unos meses en España.
Huyó de Guatemala cuando la Justicia de su país natal reabrió el caso por el asesinato de un hombre en 2016, al que torturaron y mutilaron. Su cuerpo apareció con el pene seccionado y colocado en su boca.
Ya en España se trasladó a vivir a Zaragoza, donde alquiló un piso en el barrio Oliver, en el que se citó con el hombre al que asesinó.
La sentencia de la Audiencia de Zaragoza, dada a conocer este viernes, da por probado que Jonathan W. B. contactó con su víctima a través de una red social denominada Wapo, una web de contactos entre hombres.
El 14 de diciembre de 2018 el hombre acudió al piso y ambos se fueron al dormitorio y, cuando el asesino tenía a su víctima desnuda y boca abajo sobre la cama, se colocó sobre él, cogió un martillo y le golpeó repetidamente.
Según la sentencia, dictada por el magistrado Mauricio Murillo, presidente del jurado, el acusado le propinó “un mínimo de 21” martillazos en el rostro y el cráneo.
No obstante, no contempla el agravante de ensañamiento y considera que “únicamente golpeó” a su víctima “hasta que comprobó que había fallecido y sin intención de agravar su padecimiento”.
Según los informes forenses, el hombre murió por un traumatismo craneoencefálico al ser golpeado con un objeto contundente.
Luego envolvió el cadáver para impermeabilizarlo, lo metió en una maleta, la precintó con plástico transparente y la guardó en un armario que tenía en la terraza del piso. A continuación, limpió los rastros de sangre y pintó la habitación para borrar todo tipo de huellas.
Al no lograr deshacerse del cadáver, intentó fabricarse una coartada en la que trató de implicar a un tercero en el crimen.
Días después del asesinato, avisó a la Policía y dijo que se había encontrado un cadáver dentro de una maleta que otra persona había dejado en su piso en el que se alojaba temporalmente.
El presidente del Tribunal también le condena a indemnizar con 100.000 euros a la hija del asesinado, 50.000 euros a cada uno de sus progenitores, y 25.000 euros a sus dos hermanos. Además, le impone 10 años de libertad vigilada tras cumplir la condena de prisión.