El país de los goles en propia
Cuando Francisco Franco fue depositado en su nueva tumba de Mingorrubio se volvió hacia su mujer, que llevaba años esperándole, y le advirtió: “No te hagas ilusiones, Carmen, que esto no ha terminado”. Y en efecto, una pandemia después la izquierda española vuelve al sótano de sus complejos a boxear con el espectro que se esfumó plácidamente en una cama. El tal Franco era un tipo bajito, de modo que nunca sospechó que pudiera proyectar muerto una sombra tan alargada como la que proyectó vivo. Cl