Castilla y León no fue la base de pruebas del nuevo frente amplio de Yolanda Díaz, pero sí ha servido a la vicepresidenta segunda del Gobierno para comprobar el estado de salud del modelo territorial de Unidas Podemos. Y el diagnóstico es descorazonador: al fracaso electoral de los morados el 13-F hay que sumar escisiones en otros puntos de España, la rebelión de sectores críticos, desapariciones parlamentarias y, finalmente, la falta de base militante.
Un cóctel que confirma que el sistema territorial de Podemos está caduco. Por el momento, no hay respuesta acerca de cómo gestionará Yolanda Díaz su plan a nivel periférico, pero los guiños vistos con dirigentes locales y regionales como Mónica Oltra en la Comunidad Valenciana o Ada Colau en Cataluña invitan a pensar que trazará un nuevo plan de alianzas autonómicas en su intento por ensanchar y transversalizar su nueva plataforma. ¿Qué será, entonces, de la estructura territorial de Unidas Podemos?
Los constantes problemas de la formación en sus territorios, que se traducen desde hace siete años en una pérdida constante de movilización electoral, han sido abordados por todos los secretarios de formación de Podemos sin éxito alguno. Pablo Echenique, Alberto Rodríguez y, ahora, Lilith Verstrynge no han dado con la fórmula para devolver el entusiasmo al partido que recogió la fuerza del 15-M, prueba del agotamiento de la marca y de la dificultad para pasar página tras el superliderazgo de Pablo Iglesias.
La falta de presencia institucional autonómica de los morados diluye sus propuestas regionales y ahonda en los conflictos que padecen sus delegaciones territoriales: en Asturias, un fuerte sector crítico encabezado por Daniel Ripa acusó hace unas semanas a la dirección estatal de haber cometido irregularidades para que el partido en la región lo dirija la diputada Sofía Castañón.
En la Comunidad Valenciana, el partido se fracturó en septiembre con la salida de siete miembros de su dirección autonómica, que se marcharon denunciando la “deriva” del proyecto de Pilar Lima.
Las elecciones andaluzas
En Andalucía, próximo escenario electoral, las izquierdas no han sido capaces de alcanzar acuerdos y Unidas Podemos ha quedado al margen de la “confluencia” andalucista que lanzará en breve Teresa Rodríguez. En Galicia quedó fuera del Parlamento en las elecciones de 2020; en el País Vasco ha visto reducida su presencia a la mitad en sólo una legislatura; y sólo en Cataluña, pero bajo la marca diferenciada de En Comú Podem, mantiene sus escaños y es un actor destacado en el Parlament.
La presencia de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición, incluida una Vicepresidencia, pasa factura a los morados y, lejos de recoger los frutos de enarbolar el cambio hacia políticas más progresistas en el discurso territorial, su atractivo decae. Eso sucede de forma especialmente acentuada en las zonas rurales.
Conforme a los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), correspondientes al mes de enero, el 13,2% de los habitantes de localidades inferiores a 2.000 habitantes votó en 2019 a los morados. Hoy tan sólo lo haría el 9,6%, lo que supone la pérdida de casi un tercio de los apoyos con los que se contaba.
Sin embargo, desde Podemos se señala al PSOE como responsable del fracaso de la izquierda en Castilla y León. Es esta la única “autocrítica” realizada desde el partido en los últimos días, cuando se ha instado al miembro mayoritario del Consejo de Ministros a encabezar “políticas más valientes” frente al auge de formaciones como Vox. Más aún si cabe después de la guerra interna que se ha desatado en el Partido Popular.
“No puede pasar esto”
En Podemos hubo “cierta decepción” con los resultados, pero en ningún momento se ha abierto una “crisis”, aseguran desde la formación. Ni se ha puesto en duda la hoja de ruta y los plazos marcados por Yolanda Díaz. Sí se piensa que la coalición debería aprovechar su posición en el Ejecutivo para afianzar un “proyecto de izquierdas” frente al empuje de las derechas.
“No puede pasar esto”, resumen en Podemos, en relación a que el desgaste pese más que los logros que ha conseguido en las últimas fechas el Gobierno y que los morados consideran como suyos: la aprobación de la reforma laboral, la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) o la Ley de Vivienda. Todas estas iniciativas, pese a ver la luz en la recta final de la campaña y ser propuestas por Unidas Podemos, no tuvieron eco en el voto en Castilla y León. Ni para los morados ni para el PSOE.
Del mismo modo que se celebra el cumplimiento del pacto de investidura se critica la “falta de valentía” de los socialistas y la poca apuesta que hacen, creen en Podemos, por el bloque de mayoría parlamentaria.