“Necesitamos un Iván Redondo”. Esta frase, pronunciada por un barón del PP, se repite ahora con una frecuencia mayor de la habitual -que no es precisamente baja- en los diagnósticos que se recetan a sí mismos los dirigentes autonómicos y nacionales del partido.
No sólo se trata de una alabanza al éxito del asesor áulico del presidente del Gobierno, tras convertir en ganador de las elecciones catalanas al ministro de Sanidad que arrastraba los peores datos pandémicos de Europa. Sino que es, tam