Las víctimas españolas de la invasión de Putin: ‘Niños de la Guerra’ sin pensiones por el embargo bancario a Rusia

Honorina lleva todo el paseo saludando a este barrio de Madrid con su risa de siglo, 97 años de humor, fuerza e historia.

-¿Y usted cómo ve a España ahora?

-¡Con dos interrogaciones! ¡Dos, eh!

Y en eso se sienta en un banco, acaricia una botella de sidra que le hemos traído como recuerdo de su tierra y nos rescata una memoria.

-Yo subí al barco en Gijón y llevaba en una mano a mis dos hermanos pequeños y en la otra una máquina de escribir.

-¿Una máquina de escribir?

-Sí, porque mi padre me dijo: ‘Mientras tengas una máquina de escribir no te faltará un pedazo de pan’. En Rusia la usé para escribir cartas, pero en el viaje me sirvió de almohada.

Se llama a Honorina Fernández Fernández y es una de las 3.000 niñas y niños que escaparon de la ofensiva franquista en Asturias y el País Vasco durante la Guerra Civil y llegaron a la Unión Soviética para reinaugurar una vida que la II Guerra Mundial les volvió a interrumpir. Y es una de las Niñas y Niños de la Guerra que durante varios meses de este año han dejado de cobrar su pensión rusa porque algunos bancos españoles han interpretado que esa ayuda está incluida en las sanciones económicas a Rusia por la invasión de Ucrania.

¿Quién les iba a decir que ahora, rozando el siglo de vida, volverían a ser víctimas?

Son los Niños y Niñas de las Tres Guerras.

Hablamos de personas de 89 años en adelante que estudiaron, crecieron y trabajaron en la Unión Soviética durante décadas y volvieron a España en 1956, tres años después de la muerte de Josef Stalin, o a partir de 1991, cuando aquel imperio se desmoronó.

Hoy son ancianos y ancianas que cobran una ayuda dividida en dos (una parte se la paga España y la otra Rusia) gracias a un acuerdo de 1996 entre ambos países. Se trata de pensiones que Rusia abona en trimestres y que oscilan entre 450 y 650 euros. Es decir, entre 150 y 250 euros al mes.

Todo iba bien hasta el 25 de febrero, un día después de que Vladimir Putin lanzara la primera bomba contra Ucrania. En la DECISIÓN PESC 2022/327, la Unión Europea promulgó una serie de sanciones entre las que estaba ésta: “Queda prohibido aceptar depósitos de nacionales rusos o de personas físicas que residan en Rusia o de personas jurídicas, entidades u organismos establecidos en ese país, si el valor total de los depósitos es superior a 100.000 EUROS”.

Algunos bancos, como el Santander o el BBVA, entendieron que las pensiones no se incluían en las sanciones y no interrumpieron los pagos. Pero otros, como CaixaBank o Unicaja, adujeron que el dinero lo emite un organismo público ruso (el Fondo de Pensiones ruso) y que esa transferencia está prohibida por las sanciones, por lo que aseguraron haber devuelto los importes a Moscú.

Las hermanas Beatriz Cuesta Andrés y Adela Cuesta Andrés son el mejor ejemplo de este estrabismo bancario patrio. Ellas también iban en el barco que salió de Gijón aquella noche de 1937, vivieron en la URSS y volvieron a España muchos años después.

Beatriz tiene domiciliada su pensión en el Santander y la está cobrando.

Adela tiene domiciliada su pensión en Unicaja y no la ha cobrado.

Adela tiene 94 años, vive en una residencia de Gijón y sólo un avanzado deterioro cognitivo la protege de esta inquietante parte del presente. Su pasado empezó pronto, a los 9 años, cuando embarcó junto a sus hermanos Beatriz y Joaquín. El chico falsificó su edad para alistarse en las milicias que defendían a Leningrado de los nazis pero murió en la batalla de la ciudad. Tenía 15 años.

Terminada la II Guerra Mundial, Adela superó una malaria, estudió Económicas y trabajó en un banco en Rusia. Y en 1957 volvió a España, donde fue telefonista, administrativa y jefa de personal en un hospital de Gijón hasta su jubilación.

“Unos bancos han ingresado la transferencia y otros no. Las pensiones son claramente una excepción a las sanciones. Dudo que la mísera y triste pensión de mi tía, de 450 euros trimestrales, supere en algún momento los 100.000 euros. Así que sólo le he pedido a Unicaja que cumpla la ley y aplique las sanciones. Pero no a mi tía, sino a quien corresponda. Afortunadamente, ayer mismo [el jueves 22 de septiembre] la sucursal de Gijón me comunicó que por fin autoriza el pago”. Es Tatiana Cuesta, hija de Beatriz y sobrina de Adela, por quien lleva luchando desde primavera en las oficinas de Unicaja.

Interpelada anteayer por EL MUNDO, Unicaja explica que el pasado junio recibió la transferencia del Fondo de Pensiones ruso a través de un banco sancionado y, “cumpliendo la normativa”, bloqueó las operaciones recibidas y trasladó una consulta “a la autoridad competente”. La respuesta a esa consulta llegó “a finales” de la semana pasada y sólo entonces se ha autorizado el abono de las pensiones pendientes. “El ingreso del dinero debería producirse en cuestión de días. Nuestro procedimiento responde al cumplimiento normativo”.

Tanto las autoridades rusas como las españolas conocían este problema desde hace meses.

El 22 de junio, el Fondo de Pensiones de Rusia comunicó a un afectado que el 30 de mayo transfirió la pensión del segundo trimestre a su cuenta de CaixaBank, pero que el banco devolvió el dinero al Fondo indicando como causa “Política interior”. El 9 de agosto, el Banco de España informó a otra afectada que lo que cuenta es la DECISIÓN PESC y que los interesados “deberán evaluar” si toman otras medidas. Y, antes, el 15 de julio, el Ministerio de Economía había dicho que los Niños de la Guerra podían seguir cobrando sus pensiones.

Adela Cuesta, esta primavera en Gijón, y con sus hermanos de pequeña (ella a la dcha.).ARCHIVO FAMILIAR

Pero los pensionistas han estado uno o dos trimestres sin cobrar y, a fecha de 23 de septiembre, aún no han recibido el dinero del tercero, que probablemente les será ingresado en los próximos días.

La ingeniera Tatiana Velázquez Stavinova es la presidenta de la Asociación Niños de Rusia, un colectivo que empezó a detectar el problema en abril y que también alertó a la Asociación de Pensionistas de CCOO. “El Fondo de Pensiones ruso nos dice que siempre ha enviado el dinero. Hemos seguido yendo a los bancos cada semana y no nos dan respuestas claras: unos que si es por las sanciones, otros que si Rusia no mandó el dinero… CaixaBank ha presentado algunas disculpas. Y parece ser que ayer mismo Unicaja dijo que va a desbloquear los pagos”.

Tatiana es la reciente viuda de Orlando Velázquez, un Niño de la Guerra asturiano que murió en marzo. Como la otra Tatiana de esta historia, es una rusa de Asturias, una báltica con acentín, que ya ha hablado con el Principado. “La viceconsejera de Justicia nos dijo que va a estudiar el caso. Dicen que están buscando bancos de Rusia que no estén sancionados y bancos de España que admitan las transferencias”.

El Fondo de Pensiones ruso informa de que de las 124.500 personas que reciben pensiones rusas en el mundo, en lo que va de año no han podido recibirlas 37, aunque no precisa si es sólo en España. Tatiana Velázquez Stavinova, al igual que miembros de la Asociación como Carolina García o Raisa García, calcula que el problema ha afectado hasta ahora a 22 Niños de la Guerra españoles. “Imagínese cómo les preocupa e influye sobre su salud. Cada mañana nos llaman preguntando”.

-Oye, Miguelín, ¿llegó el dinero?

-No, má. Pero tranquila, que estamos en ello.

Honorina tiene la pensión domiciliada en CaixaBank y está al tanto de la cuestión, porque su hijo Miguel no para en su aspiración de justicia. “El sistema obliga a cobrar la pensión por un banco, ya no podemos tener el dinero en un calcetín. Así que los bancos tienen una responsabilidad social. Y aquí se han arrogado el derecho a interpretar unas sanciones. Es aberrante. No es el Consejo de Europa; ni el Ministerio de Economía, que dice que los pensionistas deben cobrar, pero ni siquiera hace un comunicado; ni el Banco de España, que dice que son entidades privadas y se lava las manos. No es una decisión judicial, ni política. Es una decisión arbitraria de los bancos. Y los pensionistas no son criminales de guerra para que los sancionen”.

Se llama Miguel Bas, histórico corresponsal de la agencia Efe en Moscú y periodista de tantas cosas en medio mundo. Junto a su hermano, lleva meses discutiendo con CaixaBank. Cuenta que, tras los primeros silencios, la directora de la sucursal del barrio donde vive su madre intentó averiguar qué pasa y darles una solución.

Pero el bloqueo ha continuado hasta ahora.

“Lo menos que puede hacer CaixaBank es dirigirse a su banco corresponsal y exigirle que envíe el dinero que la propia CaixaBank devolvió el 25 de mayo y que jamás llegó a Moscú para ingresarlo a los afectados, en este caso, mi madre. Hemos solicitado que cambien la transferencia de dólares a euros, porque de lo contrario no llegará”.

CaixaBank explicó ayer a EL MUNDO que no existe ningún bloqueo por su parte y que el obstáculo se encuentra en la entidad rusa intermediaria. El banco español espera que la situación se reconduzca en las próximas semanas. «Tenemos la confirmación por parte de Gazprombank de que recibiremos estas transferencias en los próximos días, pero no nos han precisado la fecha exacta».

Miguel Bas sí ofrece fechas: “El Fondo de Pensiones ruso envió el dinero del tercer trimestre ayer. Espero que eso se cobre rápido. Pero anteayer, el Fondo nos confirmó que CaixaBank no devolvió el dinero del segundo trimestre, así que, en el mejor de los casos, mi madre recibirá el dinero de todo el primer semestre de 2022 en enero de 2023”.

Entrará entonces Honorina en su año número 98 de vida, la misma que dio una voltereta brutal el 23 de septiembre de 1937…

… Hace hoy exactamente 85 años.

Aquella noche, miles de hijos de republicanos llegaron hasta el Puerto de El Musel y subieron al Dairiguerrme, un carguero que habría de evacuarlos a Francia para posterior destino a la Unión Soviética a bordo del Kooperatzia. Honorina Fernández tenía 12 años, su hermana 7 y su hermano 5. En Leningrado convivieron con miles de niños, estudiaron en español, pero estalló la II Guerra Mundial y fueron trasladados a la Región del Volga. Cuando bajaban al río a por agua veían los resplandores de las bombas de la batalla de Stalingrado…

Honorina estaba estudiando Enfermería cuando la guerra le trajo los primeros heridos, un enjambre de tanquistas quemados, hombres a trozos, lamentos y hedor. Terminada la Guerra, estudió Medicina en Moscú y fue destinada a Crimea. Allí se casó con Vicente Bas, un ingeniero español. Se fueron a vivir a Taganrog, donde nació Miguel y Honorina trabajó con enfermos y personas sin hogar. Después volvió a Moscú y sumó años como pediatra.

En 1961, la Revolución Cubana necesitó médicos. Y Honorina cruzó la Tierra para trabajar durante ocho años como médica en la isla. Regresó a la Unión Soviética y siguió repartiendo salud, una vocación que incluyó tratar a las víctimas de Chernóbil.

Y en noviembre de 1991, un mes antes de que la URSS dejara de ser esas cuatro mayúsculas, Honorina y Vicente volvieron a España.

-¿Usted se acuerda de su vida en Rusia?

-¡Claro! A mí la memoria me la quita el Covid, no los años. Fue una época maravillosa. Aunque también pasaron cosas duras… Aquellos soldados heridos… ¿Sabe qué me dijo uno?

-No. Cuénteme, Honorina.

-Yo era casi una niña y tenía que curarle una herida tremenda. Los soldados se taponaban las hemorragias con paja, periódicos o sus camisas y yo iba retirando todo eso para curarles. Tenía pudor al tener que ver desnudo a aquel soldado y entonces me dijo: ‘Niñita, tú imagínate que soy tu padre’.

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