Los cuentos y las cuentas de Pedro Sánchez

En cuanto le dejaron abrir, mi quiosquera, Sandra, nos pidió a los clientes que escribiésemos una carta a los ancianos que estaban confinados en la residencia del barrio. El tema era indiferente, tanto como que el destinatario sería una persona desconocida. Sandra se lo llevaría junto con los periódicos del día.
Yo empecé a escribir una que llamé Toc, toc, toc, en la que contaba una historia sobre el señor Cid, el vecino de 89 años que vivía en el piso de al lado, pared con pared. El título res

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