En algún momento de esta última semana de octubre, con la segunda ola de la pandemia desbocada, España se vio inmersa en una algarabía de anuncios de restricciones autonómicas para contener el virus. Cada comunidad anunció las suyas, ya que el presidente del Gobierno decidió ceder a los ejecutivos autonómicos el mando y la autoridad de la aplicación del estado de alarma aprobado por una amplia mayoría del Congreso. Casi no hay una comunidad igual a otra en prohibiciones, cierres -perimetrales y