Otegi: todas las veces que dejó pasar la oportunidad de ser un “hombre de paz”
Las dos monjas que les atendían en aquellos encuentros secretos no se dieron cuenta en un primer momento de que algo iba mal. Pero apenas diez minutos después de que se cerraran las puertas de las dependencias de no más de 50 metros que se les había asignado en el monasterio, llegaron a la conclusión de que iban a tener que ponerse a rezar a la carrera.Arnaldo Otegi y Rufino Etxeberría se sentaron uno junto al otro y empezaron a buscar nerviosamente en el interior de las carpetas recién deposita