Un pastor belga especializado en detectar sustancias estupefacientes marcó a J. el pasado 20 de mayo después de salir del vis à vis con su novia en la prisión de El Puerto de Santa María. El perro olisqueó al joven, que a sus 34 años había conseguido dejar las drogas en la cárcel, y se quedó quieto junto a él, señal de que había que intervenir.
Los funcionarios le preguntaron y, al verse sin salida, J. dijo que su novia le había dado un trocito de hachís. Lo mostró. Pero cuando le pidieron que se