El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha arrancado su discurso ante la Asamblea General de la ONU hablando de la devastación causada por el volcán de la isla de La Palma. De ahí ha pasado a la pandemia del Covid-19 y a las diferencias en el ritmo de vacunación entre los países ricos y los pobres, y, finalmente, a la crisis de Afganistán, para reclamar “la existencia de Estados sólidos y con recursos que puedan garantizar el bienestar de la ciudadanía según valores de justicia, progreso e igualdad”.
La defensa del Estado fue, junto con la defensa de la democracia y del multilateralismo, el eje del discurso de Sánchez. “Éstos son, a mi juicio, los tres principios que deben guiar -transversalmente- nuestros pasos en el tiempo nuevo que estamos iniciando”, dijo el presidente en una Asamblea que ha estado marcada por el desencuentro entre Estados Unidos, Francia y Australia por el Aukus – el pacto militar de Washington, Cambera, y Londres – y por la inesperada decisión de los talibán afganos de pedir ser representados en la ONU, lo que pone en un brete al organismo. La visita de Sánchez, que iba a ser de cinco días, ha quedado reducida a sólo uno por la situación en Canarias.
Sánchez anunció un aumento de la donación de vacunas a los países en vías de desarrollo, y centró la atención de la política exterior española en América Latina y el Caribe, el Mediterráneo y, también, África, donde, dijo, “España tiene una nueva política” para colaborar con “un continente que tiene un enorme potencial”. Asimismo, hizo un llamamiento al refuerzo de la OTAN, donde, en la línea del presidente francés Emmanuel Macron, defendió “desarrollar una mayor autonomía estratégica” que incluya “reforzar nuestra política de seguridad y defensa”.