Albin Kurti, el “Che Guevara de Kosovo”, listo para tomar las riendas del poder

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Conoció el interior de una prisión, propugnó disturbios y roció el Parlamento con gases lacrimógenos. Hoy, Albin Kurti está en la ‘pole position’ para liderar el próximo Gobierno de Kosovo tras el triunfo ayer de su partido reformista en las elecciones legislativas.

Anteriormente conocido como “Che Guevara de Kosovo” por sus tácticas radicales, Kurti elogió la “gran victoria” de su partido Vetevendosje (“Autodeterminación”) o movimiento VV, que el domingo obtuvo casi el 50% de los votos.

Su proyecto número uno será erradicar la corrupción que ha plagado a Kosovo durante más de dos décadas, según anticipó en campaña. “La antigua provincia serbia de mayoría albanesa, una de las regiones más pobres de Europa, tendrá un nuevo comienzo”, dijo ayer en la nieve de Pristina frente a sus partidarios, advirtiendo no obstante que la carretera estaría sembrada de escollos.
“Nos espera mucho trabajo porque el país está atravesando múltiples crisis. El camino será largo”, continuó el carismático líder de gran talento como orador.

“Esta elección fue un referéndum sobre justicia y empleo, contra la corrupción y de la gestión de los recursos estatales”.
VV recibió el apoyo del presidente interino Vjosa Osmani, de 38 años, símbolo de una clase política de nueva generación, que abandonó la Liga Democrática de Kosovo (LDK) de centro derecha.

Antiélites

Ambos han cristalizado las esperanzas de cambio tras el largo mandato de los ex comandantes de la rebelión independentista contra las fuerzas serbias (1998-1999), acusados de haber saqueado las arcas del Estado y de nepotismo. Con un nacionalismo ferviente y un programa de izquierda, Vetevendjose es desde hace tiempo una fuerza provocadora en el tablero político kosovar.

En sus primeros años, VV representaba a esa juventud que luchaba en las calles contra las élites del poder y la influencia extranjera en el Kosovo de la posguerra, vigilado por las misiones internacionales, encargadas de supervisar la transición democrática. Desde 2011, el partido ha ido ganando fuerza entre el electorado y en las anteriores legislativas, en 2019, quedó en primera posición. Pero el Gobierno de Kurti no duró ni dos meses, al ser derrocado por una moción de censura alentada por Estados Unidos. Sus simpatizantes denunciaron un “golpe de Estado”.

El ex líder estudiantil, de 45 años, se forjó una reputación en la calle, en los años 1990, organizando manifestaciones contra la represión que el régimen serbio ejercía contra la mayoría albanesa de Kosovo. Cuando aún era veinteañero, su activismo le costó dos años en las mazmorras de Slobodan Milosevic. Tras la guerra, Kurti se convirtió en una de las principales voces de la oposición, tanto a los dirigentes kosovares como a la comunidad internacional, con una encendida retórica antioccidental.

Ahora, tendrá que convencer a los mandatarios occidentales de que ya no es el líder de las revueltas de otro tiempo, mientras que el recuerdo de las gigantescas manifestaciones de VV, que en ocasiones derivaban en actos violentos, siguen muy vivos en Kosovo. En 2018, los diputados del partido reformista incluso lanzaron gases lacrimógenos dentro del Parlamento para protestar contra proyectos de ley.

Para formar un gobierno de coalición, le bastará con el apoyo de los partidos que representan a las minorías, que disponen de 20 escaños, de los 120 que tiene el Parlamento. Si se convierte en primer ministro, tendrá que continuar con el difícil diálogo con Serbia, destinado a normalizar las relaciones con Belgrado, que se niega a reconocer la independencia de su ex provincia más de 20 años después de terminada la guerra. Con todo, Albin Kurti advirtió: “El diálogo [con Serbia] ocupa la sexta o séptima posición para los ciudadanos de Kosovo. Nuestra prioridad es la justicia y el empleo”.