El informe de la inteligencia estadounidense que apunta al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman como responsable de aprobar una operación para “capturar o asesinar” al periodista Jamal Khashoggi no ha contentado a nadie. Arabia Saudí, que durante los días previos había ignorado el asunto, lo tilda de “falso e inaceptable” mientras que los disidentes, activistas y amigos del reportero denuncian la calculada exclusión del heredero de las sanciones impuestas contra 76 ciudadanos saudíes por su implicación en el asesinato y desmembramiento de Khashoggi.
“El Gobierno del reino de Arabia Saudí rechaza por completo la evaluación negativa, falsa e inaceptable del informe acerca del liderazgo del reino y señala que el informe contiene información y conclusiones inexactas”, subraya el comunicado del ministerio de Asuntos Exteriores saudí que incluye, además, una repulsa rotunda a “cualquier medida que ataque su liderazgo, soberanía y la independencia del sistema judicial”.
En su declaración oficial, en la que no se cita expresamente al heredero, Riad asegura “haber adoptado todas las medidas posibles en el marco de su sistema legal para garantizar que estos individuos [aquellos involucrados en su asesinato] fueran investigados y se hiciera justicia”.
En un proceso denunciado por las organizaciones de derechos humanos internacionales, la justicia del reino condenó a muerte a cinco miembros del escuadrón pero el pasado septiembre terminó conmutando su sentencia por una pena de 20 años de prisión después de que recibieran el perdón de la familia del periodista, asesinado en octubre de 2018 en el consulado saudí de Estambul.
Entre los condenados, no figura el estrecho asesor del príncipe heredero Saud al Qahtani. La diplomacia saudí recuerda precisamente que “estos veredictos fueron bienvenidos por la familia de Jamal”. Sus cuatro hijos han permanecido mudos desde el homicidio tras cerrar un acuerdo económico con las autoridades.
“Resulta verdaderamente lamentable que se haga público este informe, con sus injustificadas e inexactas conclusiones, mientras el Reino ha denunciado con claridad este crimen atroz y su liderazgo ha tomado las medidas oportunas para garantizar que esta tragedia no vuelva a producirse”. La postura oficial ha recibido el apoyo de monarquías vecinas como Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin y ha sido jaleada en las redes sociales por los forofos del heredero.
Riad insiste en las tesis que ha tratado de imponer en estos dos últimos años y medio. “Este crimen fue perpetrado por un grupo de individuos que transgredieron todas las regulaciones pertinentes y las autoridades de las agencias de las que eran empleados”, esboza el comunicado público.
Bin Salman, recién operado de apendicitis, no ha modificado su exposición pública a pesar de las afirmaciones de Washington de que lo evitará y tratará con su padre, el octogenario rey Salmán. En los días previos a la publicación del informe, Bin Salman presentó un nuevo megaproyecto turístico vinculado al fondo soberano que preside. Este sábado, acudió a la segunda ronda de la prueba inaugural del Mundial de Fórmula E, disputada en el circuito urbano saudí de Diriyah, en su primera aparición tras la publicación del informe. El jefe de su oficina privada publicó el momento en Twitter junto al texto: “Señor, tienes en cada alma saudí sacrificios, lealtad y fidelidad”.
La prensa saudí ha obviado las conclusiones del informe y ha optado por correr un tupido velo. La televisión pública ha omitido cualquier referencia y Al Arabiya, canal de propiedad saudí, lo ha citado fugazmente para sostener que no se han presentado pruebas sólidas.
El rotativo semigubernamental Okaz lleva a su portada este sábado un gran retrato del príncipe heredero sonriendo bajo el titular “La nación ha sido fortalecida”. “La administración Biden entenderá pronto que los complicados problemas de la región no hallarán solución salvo si alcanza un acuerdo nuevo y excepcional con sus socios en la región que incluya la rendición de cuentas de Teherán”, explica la cabecera. El ejemplar está repleto de anuncios en apoyo a Bin Salman.
Los medios locales no han escatimado esfuerzos en subrayar la relación estratégica que une a Arabia Saudí y EE.UU. En las últimas horas los medios estatales han destacado aquellos fragmentos de las declaraciones del secretario de Estado, Anthony Blinken, más benignos para el país.
“Nuestra relación con Arabia Saudí es importante. Tenemos importantes intereses en común y seguimos comprometidos con la defensa del reino”, ha deslizado a la prensa antes de indicar su intención de mantener los negocios con la monarquía absoluta bajo la premisa de que “los lazos son mayores que cualquier individuo”. Los rotativos saudíes han reproducido también las manifestaciones del Pentágono que presenta a Riad como “un socio estratégico en la región”.
En el otro extremo, aquel que reúne a los disidentes y allegados de Khashoggi, la indignación se centra en la nula repercusión que han tenido las revelaciones para la figura de Bin Salman, que desde el golpe palaciego de 2017 que le catapultó a la primera línea sucesoria ha consolidado su poder y es ya el líder de facto del país.
Washington alumbró este viernes una directiva que lleva el nombre del periodista asesinado y en virtud de la que se impondrán restricciones de visado a quienes participen en el ataque y hostigamiento de reporteros y disidentes extraterritorialmente.
La orden la han inaugurado las sanciones contra 76 individuos saudíes involucrados en las amenazas que han recibido disidentes afincados en el exilio. Funcionarios estadounidenses han argumentado que sancionar al príncipe heredero colocaría al país en una posición muy hostil hacia Riad.
“Gracias, Joe Biden, por la transparencia acerca del asesinato. Ahora necesitamos sanciones para el príncipe responsable”, ha exigido Democracia para el Mundo ÁrabeAhora (Dawn, por sus siglas en inglés), una organización que proyectó Khashoggi en sus últimos meses de vida y que fue lanzada a principios de octubre.
“EE.UU. debería imponer sanciones contra el príncipe heredero, como ha hecho con otros perpetradores, dirigidas a sus bienes personales pero también a sus compromisos internacionales”, reclamó Agnes Callamard, la investigadora de la ONU que redactó un amplio informe sobre el asesinato de Khashoggi y que está convencida de que, en un país como Arabia Saudí, la brutal orden de acabar con su vida solo pudo proceder de “las más altas esferas”.
“EE.UU. debe liderar ahora el proceso de rendición de cuentas por este crimen, poniendo en marcha mecanismos internacionales que impidan y castiguen actos como éste en el futuro”, agregó.
A última hora de viernes amigos del periodista se convocaron en la nueva red social Clubhouse, descorazonados por la ausencia de rendición de cuentas contra el futuro rey.
“Bin Salman seguirá siendo príncipe heredero porque ha consolidado su poder y porque, si cae, mil y un cuchillos caerán sobre él procedentes incluso de la familia real”, vaticinó el opositor Lyad el Bagdadi. “La mejor opción sería facilitar el crecimiento de los contrapesos internos sobre Bin Salman”, arguyó.
No todos los participantes parecían estar de acuerdo. “Renovamos nuestra demanda de que los responsables deben comparecer ante un tribunal internacional honesto y justo”, voceó Yahia Asiri, un destacado rostro de la disidencia saudí.