Bélgica ante el coronavirus: un ejemplo de seriedad en la tierra del caos
Periodistas y analistas tendemos a asociar una serie muy concreta de cualidades a un buen político. Cierta presencia, oratoria, dicción, facilidad de expresión, reflejos ante preguntas tramposas, capacidad de improvisación, carisma, empatía, soltura en los medios de comunicación, cintura ante la incoherencia. Virtudes muy útiles, pero en la mayoría de los casos distintivas de los buenos parlamentarios, o de los buenos portavoces, no forzosamente de los líderes. Las crisis ponen a los dirigentes