“¿Qué quieres decir con que tengo una mancha en el pulmón izquierdo? ¿He pillado una neumonía?”. Winston Churchill inquirió de malas maneras a su doctor, Charles Wilson, mientras el humo de sus puros llenaba el aire del dormitorio. Un segundo médico, Geoffrey Marshall, acudió a certificar su estado de salud y fue aún más severo con el primer ministro: “¡Usted debe dejar de trabajar durante quince días!”.
“¿Cómo os atrevéis a decirme esto, con la guerra en el momento crítico?”, replicó Churchill
