¿Podemos fomentar, despertar, inducir, provocar en los ciudadanos europeos el sentimiento, la idea, el valor, el compromiso, la ambición: que nuestro mejor futuro es común y se llama Europa? Ese es el reto real, existencial, más apremiante cada día que pasa, con el que se enfrenta la Unión Europea (UE). Es también el fondo no formulado de la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CsFdE), cuya constitución firmaron, hace unos días, los presidentes de las tres instituciones bruselitas: Comisión, P