“Bienvenido al Brexit, caballero, ya lo siento”. Es la frase que atraviesa el corazón de uno y otro conductor cada vez que algo sale mal al tratar de cruzar las aguas que separan Reino Unido y la Unión Europea desde el 1 de enero. Los retrasos, los papeleos, los controles fronterizos, e incluso sus rutinas. El viaje ya no es tan fácil como cuando sólo tenían que abrir un pan, poner una loncha de queso y otra de jamón y envolverlo todo en papel aluminio, antes de ponerse al frente de su camión y