La decisión gubernamental, tantas veces reclamada por los economistas, provocó cierto alborozo entre los cuentapropistas, los trabajadores por cuenta propia vistos siempre con sospecha por el gobierno cubano. Alegría con reticencias, porque desde que el comandante Fidel Castro “mandó a parar” no hay felicidad plena en la isla.

Arrinconado por la feroz crisis económica coyuntural y sistémica, el castrismo anunció una nueva normativa por la cual amplía el famoso listado de actividades en las que pu