“Estamos tan aislados del mundo que aquí no entraría ni un virus”, comentaba jocosa Nur, una maestra de Idlib, hace tres meses. Pero, ha entrado y con estrépito. La nueva amenaza para los sirios no viene del aire, esta vez: es microscópica.
Tras más de nueve años sufriendo los embates de un conflicto sangriento que ha dejado casi medio millón de muertos, los supervivientes se enfrentan a una pandemia que puede ser devastadora debido a la precaria situación sanitaria de las zonas donde habitan.