Doce pies (3,6 metros). Así quedó estipulada la “distancia social” en 1665 en el pueblo inglés de Eyam. El objetivo era contener la peste bubónica que había traído desde Londres un sastre local, George Vicars. Se supone que la infección la trasmitían las pulgas que saltaron de las ratas a los humanos a través de la ropa. El caso es que la Gran Plaga, que acabaría matando a 100.000 vecinos de la capital, amenazaba con borrar del mapa a las 750 almas de Eyam, en el corazón de lo que hoy se conoce