El Reino Unido y la UE retoman las negociaciones del Brexit por teleconferencia

Con un día de diferencia, 19 y 20 de marzo, Michel Barnier y David Frost anunciaron que habían contraído el coronavirus. El destino unió a los dos negociadores-jefe del Brexit, que aseguran haber salido fortalecidos tras el autoaislamiento y vuelven esta semana a la acción.

Barnier y Frost hablarán por primera vez este miércoles, como preámbulo a la vuelta a las negociaciones del futuro acuerdo comercial por teleconferencia, adaptadas a la era del Brexit. La misión casi imposible será recuperar todo el tiempo perdido desde la primera y única ronda celebrada hasta la fecha, que acabó el 5 de marzo con el reconocimiento mutuo de que existen “muy serias divergencias”.

La UE volverá previsiblemente a la carga insinuando que la epidemia de coronavirus ha dado al traste con el calendario de las negociaciones y que ahora más que nunca es deseable la extensión del período de transición del Brexit que culmina el 31 de diciembre.

Mientras el “premier” Boris Johnson estaba en la UCI del hospital St. Thomas, un portavoz de Downing Street insistió sin embargo en la determinación de Londres para culminar el proceso en la fecha estipulada: “Recuperaremos la independencia económica y política a finales de año, que fue lo que votaron los británicos”.

La mayoría de los británicos quieren una extensión

Dos de cada tres británicos apoyan sin embargo a estas alturas la extensión por la crisis del coronavirus. El 38% respaldaría la ampliación “por el tiempo que haga falta”. El 29% es favorable a “un año o menos”.

Aunque el acuerdo firmado por Johnson con Bruselas permitiría en principio una extensión de hasta dos años, el “premier” fijó la fecha del 31 de diciembre en una ley parlamentaria, después de haber ganado las elecciones en diciembre con esa promesa. Johnson sigue recuperándose en la residencia de Checquers y su secretario de Exteriores Dominic Raab sigue temporalmente al mando del Gobierno.

Raab está considerado como un “brexitero” extremo, partidario incluso de la ruptura final con la UE sin un acuerdo comercial. El negociador-jefe David Frost está perfectamente alineado con él, aunque la cuestión de la posible extensión no estará posiblemente siquiera sobre la mesa en la primera toma de contacto post-coronavirus.

Políticamente, pese a su cuestionada estrategia ante la epidemia, Boris Johnson está si acaso en una posición de mayor fuerza tras su paso por el hospital. Antes de ingresar lanzó incluso a la oposición laborista el órdago de un Gobierno de unidad. El nuevo líder laborista, Keir Starmer, no se ha pronunciado aún abiertamente sobre la posible extensión, por temor a ser percibido como obstruccionista.

La realidad económica puede sin embargo forzar al Gobierno británico a replantearse la cuestión. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria advirtió el martes que un “cerrojazo” de seis semanas podría traducirse en una caída del PIB en el 35% durante el segundo trimestre del año. Una paulatina recuperación en el segundo semestre se volvería a estrellar en diciembre contra el impacto de una vuelta a la frontera “dura” con Europa, con aranceles y disrupciones en las cadenas de suministro.

Tim Bale, profesor de Política de la Universidad Queen Mary, opina sin embargo en las páginas del Financial Times que las consecuencias que está teniendo el coronavirus sobre la economía pueden hacer a la larga “menos visible y menos costoso” el impacto de salida del mercado único y de la unión aduanera. Bale cree también que la epidemia ha dejado al descubierto “lo disfuncional y desorganizada” que es la Unión Europea y ha debilitado en última instancia la posición negociadora de Bruselas.

Boris Johnson, que llegó a amenazar incluso con levantarse de la mesa negociadora en junio si no se producían avances, usará también posiblemente un argumento económico para seguir adelante con sus planes para cortar por lo sano en diciembre del 2020: si se extiende el período de transición, Londres tendría que seguir contribuyendo al presupuesto de la UE y arrimando el hombro en el “rescate” de los países más afectados por el coronavirus.

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