El Supremo de Brasil reconoce que Lula da Silva fue juzgado por un juez parcial y anula su condena
Era la decisión que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva estaba esperando desde hace cinco años. El Tribunal Supremo Federal de Brasil decidió el martes por la noche, en una ajustada votación, que el juez Sérgio Moro, que le condenó en primera instancia por supuestos delitos de corrupción, no actuó de manera imparcial. Según la máxima corte judicial del país, Lula no tuvo derecho a un juicio justo y la condena debe anularse completamente.
El Supremo dio la razón a la defensa de Lula sobre las numerosas irregularidades cometidas por el juez Moro al frente de la Operación Lava Jato: hubo desde pinchazos telefónicos ilegales para que los miembros de la investigación pudieran conocer en tiempo real la estrategia de los abogados del ex presidente a filtraciones a la prensa para perjudicar al Partido de los Trabajadores (PT) justo antes de las elecciones.
La evidencia más flagrante de esa falta de imparcialidad fue la entrada de Moro en el gobierno de Jair Bolsonaro como ministro de Justicia; el mismo gobierno al que había aupado al poder apartando a Lula de la carrera presidencial con su condena, ya que hasta entonces el líder de la izquierda lideraba todas las encuestas de intención de voto.
También pesaron las conversaciones por Telegram desveladas por el diario digital ‘The Intercept’. Ahí se evidenció que el juez y los fiscales de la acusación cooperaban para crear las mejores condiciones para poder condenar a Lula. Esas pruebas no pudieron usarse en la votación del Supremo porque fueron obtenidas de forma ilegal, a través de un hacker, pero ayudaron a fortalecer en la corte el clima contrario al juez de Curitiba.
Los abogados de Lula celebraron la decisión “histórica” del Supremo y remarcaron que Moro jamás actuó como un juez, “sino como un adversario personal y político del expresidente Lula”, usando las leyes de forma estratégica para fines ilegítimos. “Los daños causados a Lula son irreparables, incluyen una prisión ilegal de 580 días, y tuvieron una repercusión relevante incluso en el proceso democrático del país”, destacaron en un comunicado.
En realidad, las condenas por corrupción de Lula ya se habían anulado a principios de marzo, pero por una irregularidad procesal. El juez del Tribunal Supremo Edson Fachin las anuló de forma unilateral al reconocer que Lula nunca debería haber sido juzgado por Moro en la Justicia de Curitiba, porque sus casos no tenían nada que ver con los desvíos de Petrobras.
En ese momento, Lula ya recuperó sus derechos políticos y la posibilidad de presentarse como candidato en las elecciones de 2022, pero la victoria no era completa. El ex presidente quería que la Justicia probara que fue “víctima de la mayor mentira jurídica en los últimos 500 años”, como dijo en su primer discurso tras la anulación de las condenas. Es lo que hizo el Supremo el martes, dando un fuerte espaldarazo a Lula en su narrativa de cara a las elecciones presidenciales de 2022.
No obstante, el líder del PT tendrá que esforzarse para reconstruir su imagen: según una encuesta de Datafolha de esta semana, el 57 por ciento de los brasileños cree que la sentencia que Moro dictó contra Lula es correcta, frente al 38 por ciento que la considera injusta.
El héroe anticorrupción pierde brillo
Moro sigue siendo un héroe en la lucha contra la corrupción para una parte importante del país, aunque está cada vez más desacreditado. Tras salir escaldado del gobierno de Bolsonaro cuando comprobó que el líder ultraderechista quería interferir en la independencia de la Policía Federal para proteger a sus hijos de varios escándalos, dejó la primera línea de la política y se refugió en una consultora especializada en gestión de activos.
Su hipotética candidatura presidencial parece cada vez más improbable. Enemigo número uno para la izquierda y ahora también enemistado con la base bolsonarista, es uno de los posibles candidatos que cuenta con un índice de rechazo más alto. El 60 por ciento de brasileños dice que no le votaría de ninguna manera, según una reciente encuesta de poderData.