El último vuelo del capitán Afwan sobre el accidentado cielo de Indonesia

En la fotografía de su perfil de Facebook, el capitán Afwan tiene una caricatura de Superman rezando. “No importa qué tan alto vueles, nunca llegarás al cielo si no rezas”, dice la frase que acompaña a la instantánea. Hace más de 30 años que el capitán Afwan dejó la Fuerza Aérea de Indonesia para convertirse en piloto comercial de la compañía Sriwijaya Air, a los mandos de un Boeing 737.

El sábado por la mañana, el capitán Afwan (54 años) se despidió corriendo de sus tres hijas y fue al Aeropuerto Internacional Sukarno-Hatta, en Yakarta. Tenía prisa. Tanta que salió cabreado de casa porque ni siquiera tuvo tiempo de planchar la camisa de su traje. Pero el viaje de 90 minutos que le tocaba, con destino a Pontianak, en la isla de Borneo, se retrasó unas horas debido al temporal de lluvias monzónicas. Finalmente, el avión despegó a las 14:36 horas.

Dentro de la cabina, al lado del capitán, estaba el copiloto Diego Mamahit, que llevaba seis años trabajando para Sriwijaya Air como primer oficial superior. Pasaron alrededor de cuatro minutos del despegue cuando la torre de control perdió el contacto con el Boeing. El vuelo SJ182 de Sriwijaya Air, con el capitán Afwan a los mandos, se había estrellado en el mar de Java.

Según el sitio web de rastreo de vuelos Flightradar24.com, la aeronave ascendió para alcanzar los 10.900 pies (3.322 metros) en cuatro minutos. Luego comenzó un fuerte descenso y dejó de transmitir datos 21 segundos después. A bordo había 50 pasajeros, entre ellos siete niños, y 12 miembros de la tripulación. No se ha encontrado a ningún superviviente.

En el avión estaba Ratih Windania, embarazada de cuatro meses, con su hija de dos años y su sobrino de ocho. Antes de despegar, Windania subió un selfie a su cuenta de Instagram. Otro pasajero era Muhammad Nur Kholifatul, que había viajado hasta Yakarta para asistir al funeral de su padre. Y Minarni, una mujer que debía haber vuelto a su casa en otro avión el 7 de enero. En cambio, cuando llegó al aeropuerto, le informaron de que debía presentar una prueba PCR para poder viajar. Lo mismo les ocurrió a cinco miembros de una familia. Se subieron al Boeing estrellado después de cancelar su primer vuelo con otra compañía por no tener los resultados de las pruebas de coronavirus.

Otra de las personas que iba en el avión, Indah Halima Putri, envió un mensaje a su madre antes de despegar, pidiendo a la familia que rezase porque estaban asustados de la fuerte lluvia que caía. Indah volvía a su casa con su marido después de haber viajado a la capital de Indonesia para dar a luz a su bebé.

El domingo por la tarde, en las aguas al noreste de Yakarta, los buzos del equipo de rescate recuperaron los primeros trozos del avión: pedazos del fuselaje, una turbina de uno de los motores y las ruedas. También los primeros restos humanos. La policía ha pedido a las familias que proporcionen muestras de ADN para ayudar a identificar los cuerpos. Los funcionarios indonesios aún no saben por qué el Boeing 737 se precipitó del cielo a los pocos minutos del despegue, pero desde el Comité Nacional de Seguridad del Transporte de Indonesia (KNKT) han asegurado que ya tienen la ubicación de las cajas negras y que esperan poder encontrarlas a lo largo del lunes o el martes.

Según informa el New York Times, antes de la pandemia, los pilotos indonesios, en particular aquellos con aerolíneas de bajo coste, declararon que habían sido presionados para volar aviones que pensaban que no eran seguros. Las quejas sobre el exceso de trabajo y los pagos insuficientes se habían generalizado, al igual que las acusaciones de que la supervisión reguladora se había reducido en un esfuerzo desordenado para hacer que los aviones despegaran.

En la última década, según la base de datos de Aviation Safety Network, Indonesia, un archipiélago con más de 13.000 islas que se extiende a lo largo de cuatro zonas horarias, es el país donde más personas han muerto en un largo historial de accidentes aéreos. En octubre de 2018, también en el mar de Java, un Boeing 737 Max 8, de la aerolínea de bajo coste Lion Air, se hundió con 189 pasajeros y tripulantes a bordo. Un año después, una investigación concluyó que la causa principal de ese desastre fue un defecto de diseño del Boeing. Ese mismo problema causó el accidente mortal de otro Max 8 en un vuelo de Ethiopian Airlines en marzo de 2019.

En 2015, un avión de otra aerolínea indonesia de bajo coste, Trigana Air, se estrelló en Papúa Nueva Guinea con 54 personas. En 2014, 162 personas murieron en un vuelo de AirAsia, que volaba desde la ciudad de Surabaya a Singapur cuando se desplomó en el mar de Java. En 2007, un Boeing 737 de Adam Air con 102 tripulantes, que salió también desde Surabaya, también se hundió en el mar. Ese año, la Unión Europea prohibió el acceso de las 51 aerolíneas indonesias a su espacio aéreo. En 2005, un avión de la compañía Mandala Airlines, que iba desde la isla de Sumatra hasta Bali, se estrelló en una zona residencial con 149 personas a bordo.

Para llegar hasta el año más tráfico de siniestros aéreos en Indonesia, hay que retroceder hasta 1997. Un vuelo de Silk Air que efectuaba el trayecto entre Yakarta y Singapur acabó sobre el río Musi, en la isla de Sumatra. Murieron 104 personas. Unos meses después, tuvo lugar el peor accidente en la historia del país: 234 personas fallecieron cuando un vuelo del proveedor nacional, Garuda, se estrelló cerca de la ciudad de Medan. Desde finales de los años 90 hasta ahora, más de 1.000 personas han fallecido en accidentes aéreos en Indonesia.

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