Lina tuvo que hacer una prueba de enfermedades de transmisión sexual para poder trabajar como asistente en Pekín de un medio de comunicación estadounidense. Fue un análisis de sangre y otro de orina para comprobar si en su cuerpo había rastros de anticuerpos de hepatitis, sífilis o VIH.
“La prueba no me la pidió la empresa con la que iba a trabajar, sino los funcionarios del Gobierno. No tenía ningún sentido. Pero fue sólo el principio”, cuenta la chica, que ha escogido el nombre de Lina para sal