Paso a paso. Y con pies de plomo. El presidente de la República ha anunciado en un discurso a la nación el alivio de las restricciones vigentes en Francia. Emmanuel Macron, menos solemne que en otras alocuciones, didáctico y superprudente, evitó hasta la palabra desescalada, en una intervención televisada en prime time. La vacuna estará disponible desde finales de diciembre pero no será obligatoria.
Como las magnitudes de la pandemia mejoran, los franceses podrán celebrar la Navidad en familia. Macron recomendó que se limite el número de adultos en las reuniones familiares pero evitó precisar un umbral máximo. Además de difícil de controlar, es de dudosa constitucionalidad. El presidente aprovechó para recomendar que se conserve la mascarilla y que se ventilen las habitaciones.
Del cotillón de Fin de Año, calificado previamente por el primer ministro, Jean Castex, de “fábricas de covid”, mejor olvidarse. “Ninguna reunión será permitida” dijo el presidente. Como bares y restaurantes seguirán cerrados hasta el 20 de enero, no hay más alternativa que quedarse en casa.
Eso sí en Nochebuena y Nochevieja no habrá toque de queda. Que volverá a regir desde el 15 de diciembre entre 21 horas y 7 de la mañana. En esa fecha, abrirán cines, teatros y museos. ¿La buena noticia? Este sábado abren los comercios y se autoriza el culto en los templos.
Macron elogió el “espíritu cívico” con que sus compatriotas están siguiendo sus consignas y el “valor” del personal sanitario. Pero afirmó que “hay que evitar una tercera ola” y un “tercer confinamiento” justo cuando acaba de superar los 50.000 muertos.
El jefe del Estado anticipó que la vacunación contra el Covid que encuentra en Francia seria resistencia “no será obligatoria”. Según un sondeo de Elabe, sólo el 40% están dispuestos a vacunarse. En cambio un 46% ha decidido ya no hacerlo. Comenzará, previa validación sanitaria, a administrarse a finales de diciembre, primeros de enero. “Empezando por los más frágiles y los más ancianos”.
Los tres escalones. Desde este fin de semana, abren los comercios “no esenciales” cerrados en toda Francia desde el 28 de octubre. Los comercios deberán respetar un protocolo sanitario reforzado y sólo podrán admitir una persona por cada ocho metros cuadrados. Mismo ratio para el culto en los templos.
Reaperturas espradas
Estas reaperturas eran esperadas y deben recomponer la relación del Gobierno con los dos sectores que más se habían quejado. El comercio de proximidad se sintió agraviado por el cierre de sus negocios mientras los super y los hipermercados permanecían abiertos. Libreros y tenderos lograron que el Gobierno obligara a cerrar las zonas de los super donde se venden estos productos.
El ministro de Economía, Bruno Le Maire, se convirtió en su gran defensor. Peleó hasta lograr que en Francia el Black Friday sea el 4 de diciembre, en lugar de este viernes. Los argumentos: Evitar la competencia desleal de la venta online si el comercio seguía cerrado; evitar las aglomeraciones tras un mes de abstinencia compradora.
Tres millones de comerciantes son, obviamente, tres millones de votos. Y Macron los necesita si quiere ser reelegido en 2022. Los católicos, cuyos templos han estado abiertos durante este mes, al contrario que el resto de confesiones religiosas, también han obtenido satisfacción, justo a tiempo para el Adviento. La Conferencia Episcopal ha propuesto suprimir los cánticos, generadores de aerosoles.
El 15 de diciembre volverá la Cultura. Abren sus puertas las bibliotecas, las galerías de arte y los museos. También los teatros y salas de cine. Pero deberán respetar el toque de queda. A partir de esa fecha, los desplazamientos Inter regionales volverán a estar autorizados.
En cambio, seguirán cerrados, bares, cafés y restaurantes. Hasta el 20 de enero, como los gimnasios. Serán el tercer escalón, los últimos en salir del confinamiento. La apertura de las estaciones de esquí no será autorizada antes de fin de año. Son los dos sectores más perjudicados.
“Melancolía sin fin”
El propio presidente, en Journal du Dimanche, había fijado el objetivo de su intervención de hoy: “No hay nada peor que la incertidumbre y la impresión de una melancolia sin fin. Hace falta coherencia, claridad y trazar un rumbo. Sabe adónde vamos juntos y cómo llegar. Es difícil porque la pandemia es mundial y por definición imprevisible. Pero eso es la clave de la confianza y ésta, la clave del éxito”. Está por ver que lo haya logrado.
La prudencia de Macron está más que justificada. Aunque el presidente haya ganado 5 puntos de popularidad en las últimas encuestas son mayoría quienes piensan que no ha gestionado bien la crisis sanitaria.
Tras el fiasco de las mascarillas en primavera (no había existencias, ergo no eran imprescindibles salvo para el personal sanitario) y el de los test en otoño (colas, largos días de espera de los resultados), no puede perder la batalla de las vacunas. Le va en ello su supervivencia política a año y medio de las presidenciales.
El toque de queda en París y las grandes metrópolis, primero, y el confinamiento de toda la nación después han logrado frenar la segunda ola del virus. De 500 casos por 100.000 habitantes a finales de octubre ha descendido a poco más de la mitad en los últimos días.
La tasa de reproducción del virus, el factor R, ha bajado a 0,8. Esto es, 10 enfermos infectan a ocho personas. En la primera ola el R llegó a 3 y en octubre a 1,5. Al final del primer confinamiento, decendió a 0,7.
Esta segunda ola ha tenido en Francia un pico más alto (32.314 personas hospitalizadas el 19 de noviembre frente a 32.131 el 14 de abril). Sin embargo ‘sólo’ el 19,4% de los enfermos terminó en la UCI frente al 25,9% del pico de primavera. El 8 de abril llegó a haber 7019 ingresados en cuidados intensivos. En la segunda ola se llegó a 4.637 en el día peor.
Con todo, siguen muriendo muchas personas, 458 el martes. La pandemia se ha llevado por delante las vidas de 50.237 franceses. Esto es, 73 muertos por cada 100.000 habitantes, un porcentaje inferior al de Estados Unidos (78), Brasil (80), Reino Unido (83), Italia (84) y, desde luego, España (92) y Bélgica (137). Pero cuatro veces superior al de Alemania (17).