Cuando el miércoles la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lanzó el globo sonda sobre la necesidad y viabilidad de una ‘Unión Europea de la Salud más fuerte’ sabía perfectamente tres cosas: que llamaría la atención, que hay una ola de apoyo a la idea en muchos sectores de todo el continente y que no es algo que vaya a pasar. No a corto plazo. Por eso, Von der Leyen y su equipo se limitaron a esbozar la cuestión, a perfilarla, ofreciendo además un marco de debate muy etéreo:
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