Las amenazas e intimidaciones al personal en los puertos de Belfast y Larne han obligado a suspender temporalmente los controles creados por el Protocolo de Irlanda -contenido en el acuerdo del Brexit- y ha reactivado de paso los fantasmas de la violencia en el Ulster. Las amenazas personales fueron acompañadas de pintadas en barrios unionistas -“¡No a una aduana en el Mar de Irlanda!”- que reflejan el creciente descontento popular con la situación creada desde 1 de enero.
“Se supone que el Protocolo de Irlanda iba a crear paz y armonía y está logrando justo lo contrario”, advirtió durante el fin de semana la ministra principal de Irlanda del Norte, Arlene Foster, de Partido Democrático Unionista (DUP). Foster ha denunciado el protocolo como “impracticable” y ha pedido al “premier” Boris Johnson que renuncie a él.
El controvertido protocolo mantiene a Irlanda del Norte alineada con el mercado único de la UE para evitar la vuelta a una frontera ‘dura’ dentro de la isla. A cambio se ha creado en el Mar de Irlanda lo más parecido a una aduana interior, con el control de mercancías entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Los controles creados en los puertos y la burocracia exigida por la Unión Europea -que cuenta con su propio personal de inspección- han creado graves retrasos en el transporte de productos perecederos y de origen animal y han provocado problemas de suministro en las grandes cadenas de supermercados, que escribieron recientemente al Gobierno reclamando una solución.
El ministro del Gabinete Michael Gove confirmó que ha escrito al vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, pidiendo la suspensión de los controles del Brexit y alertando sobre cómo está afectando “a la vida diaria de los norirlandeses”. “Con buena voluntad podremos resolver este asunto”, declaró Gove.
Michael Gove se reunió por otra parte con Arlene Foster y con la viceministra principal Michelle O’Neill, de Sinn Fein, para analizar la situación creada sobre el terreno y las creciente tensión social por la aplicación del polémico Protocolo de Irlanda.
Las tensiones llevaban días acumulándose, entre las escenas de los supermercados con las estanterías vacías y las quejas de los pequeños y medianos empresarios por la burocracia generada por el Brexit. La amenaza de la UE de activar el Artículo 16 del protocolo, para imponer controles entre las dos Irlandas y evitar la “fuga” de vacunas -condenado como “un acto de hostilidad” por la propia Alene Foster-, sirvió sin embargo de detonante a la campaña con intimidaciones y pintadas a lo largo del fin de semana.
Las autoridades de East Antrum fueron las primeras en anunciar la retirada de sus inspectores a raíz de “la amenaza siniestra y amenazante de estas semanas, incluida la aparición de grafitis en la zona que apunta a nuestro personal como posibles objetivos de agresiones”. Los sindicatos han expresado entre tanto su temor y han pedido el refuerzo de las medidas de seguridad para que el personal pueda volver a sus puestos.
“Esta es la triste realidad de los que han impuesto sus condiciones a Irlanda del Norte sin su consentimiento y sin tener en cuenta el delicado equilibrio de poder que aquí existe”, declaró el diputado Ian Paisley Jr., hijo del legendario de líder unionista, que sin embargo condenó las intimidaciones y las amenazas: “Estas tácticas no pueden tener lugar en una democracia”.
Aunque el Protocolo de Irlanda fue negociado por Boris Johnson, decenas de diputados ‘tories’ han aprovechado la circunstancia para reclamar al ‘premier’ que lo renegocie o que renuncie a él unilateralmente. “El protocolo no funciona”, declaró el ex líder conservador y ultrabrexitero Iain Duncan Smith.