Los conservadores alemanes se declaran la guerra

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El órdago lanzado por el presidente de la Unión Socialcristiana (CSU), Markus Söder, a la Unión Cristianodemócrata (CDU) en la carrera por la candidatura a la Cancillería alemana, ha abierto una guerra fratricida en el bloque conservador.

A la disposición mostrada por el ministro presidente bávaro por liderar la lista común de cara a las elecciones generales del 26 septiembre, en la CDU ha respondido como sólo podía hacerlo, apoyando a su presidente, Armin Laschet. “Cuenta con un respaldo amplio y transversal en el partido, como así nos han hecho saber todas las agrupaciones regionales”, aseguró el secretario general, Paul Ziemiak al presentar en rueda de prensa el resultado de la reunión, que tenía como objetivo expresar preferencia y no tomar una decisión. Horas después, la dirección de la CSU hacía lo propio. Su preferencia es Söder.

Declarada la guerra por la candidatura, sin indicios de que alguno de los candidatos vaya a sacar bandera blanca, lo que ahora está por decir son las armas que se utilizarán en el campo de batalla y quienes formarán los ejércitos. Lachet tiene la ventaja de la CDU como partido dominante en la Unión y según sus propias palabras la capacidad de formar equipo y trabajar en equipo para liderar Alemania tras la crisis del Covid-19. “Mi candidatura es la de una Alemania moderna, social y europea”, afirma Lachet, que pide a sus socios rapidez para llegar a un entendimiento.

Desde Múnich, Söder respondió que lo importante no es tomar una decisión con rapidez sino una decisión “justa, transparente e inteligente” más allá de ambiciones personales.

Justa porque la CSU, aunque sólo esté implantada en Baviera, es parte esencial de la Unión. Transparente porque cree que el candidato debe responder a las preferencias del electorado e inteligente porque el bloque conservador afronta las elecciones más complejas y difíciles de la historia. “La pregunta a la que nos enfrentamos no es con quien gobernar sino si podremos gobernar”, subrayó Söder haciéndose eco de las encuestas. Y las encuestas, le dan a él como ganador. Es, tras la canciller Angela Merkel, el líder más valorado del país y, si las elecciones fuera el domingo, la CDU-CSU lograría el 38% de los sufragios. En este momento las encuestas dan la descabezada Unión el 27%, sólo cuatro puntos por delante de Los Verdes.

Laschet, por el contrario, ocupa en la relación de políticos mejor valorados el puesto número ocho y, la Unión obtendría con él como candidato 17% de apoyos. Su opinión al respecto es obvia, como siempre que las encuestas son desfavorables, “Las encuestas cambian, no pueden ser la base sobre la que apoyar decisiones”, es su mantra.

NERVIOSISMO

Los sondeos, efectivamente, van cambiando pero en el caso de la CDU-CSU, no mejoran. En la Unión hay nerviosismo y Söder, que una vez declarada su candidatura va a por todas, le ha puesto nombres y apellidos. “Armin Laschet es un líder fuerte, pero las preferencias de la población van en otra dirección y eso es lo que debemos cambiar. Unos resultados en las elecciones, aunque sólo sea un punto o dos por debajo de lo que ahora tenemos hará que muchos diputados pierdan su escaño en el Bundestag”, argumenta el bávaro, que pide por ello que los grupos parlamentarios participen en la toma de una decisión.

“No tenemos tiempo para organizar una consulta a las bases, pero si podemos dar voz a nuestros diputados porque ellos están más cerca de la gente. No podemos dejar en manos de nuestras directivas o de un grupo de 20 ó 30 funcionarios una decisión tan importante como la que vamos a tomar”, argumenta. El conciliador Laschet descarta por el momento esa posibilidad. Ese es un terreno pantanoso.

Lo previsible a partir de la situación creada es que la CDU impondrá a Laschet aunque pagando un peaje que Söder ya se cobrará. Puede que también los electores.