Mark Rutte, el popular liberal holandés que ahoga a España e Italia

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Mark Rutte lleva una década pedaleando cada mañana a su oficina, a veces retando el poder del equilibrio, comiéndose una manzana con una mano, mientras sujeta el manillar con la otra. Con sus guardaespaldas invisibles, deja su bicicleta bien atada en la esquina, con un candado de los que no hay ladrón que pueda romper. Se compra un café para subírselo a su despacho y si se le cae por un tropiezo, coge la fregona y limpia el suelo del ministerio, ante la mirada de la limpiadora, el resto de su eq