Medio millón de mascarillas repartidas en un día: el ‘road trip’ de un médico de Texas
Bastó una llamada para que el doctor Tom Banning emprendiera la misión de su vida: distribuir 525.000 mascarillas por todo Texas para proteger del coronavirus al personal sanitario.
A mediados de marzo, un amigo con el que jugaba al golf llama a este médico y director de una asociación médica texana. Le dice que acaba de recibido un cargamento de mascarillas profilácticas de México y le pregunta si conoce a alguien que esté interesado.
“¡Todo Texas!”, responde Banning, que tiene una agenda llena de médicos a punto de cerrar su clínica por falta de equipos de protección.
Al día siguiente, Tom Banning acude al almacén de su amigo para examinar la carga. En un gran camión de mudanzas hay 350 cajas llenas de mascarillas N95, las recomendadas para los profesionales sanitarios por las autoridades de EEUU. Cada caja contiene 1.500 máscaras.
‘Road trip’ por tierra y aire
“Cogí el teléfono e inmediatamente empecé a llamar a las oficinas que sabía que estaban recibiendo muchos pacientes potenciales de Covid-19”, recuerda Tom Banning. Tras colgar, empezó su particular road trip, que continuaría hasta altas horas de la noche.
Desde Austin, donde vive, el médico se monta en el coche con su hijo de 12 años. Conduce dos horas y media hasta Houston para suministrar mascarillas al equipo médico que trató a los primeros casos detectados en la metrópoli.
Mientras tanto, fleta otro coche a abastecer a las grandes ciudades de Dallas y San Antonio, y a una asociación de hospitales rurales en Texas envía un avión con 40 cajas, o sea 60.000 mascarillas.
El hijo de Tom Banning, de 12 años, le ayuda a cargar el coche para repartir mascarillas.AFP
De vuelta en Austin, padre e hijo pasan el resto de la noche distribuyendo las 3.000 máscaras que les quedaban entre los médicos de su entorno. Entre ellos, Erica Swegler, que dice estar más “tranquila” tras recibir la protección, a pesar de los riesgos que corre su equipo. Sin la entrega de Tom Banning y la ayuda de algunos pacientes que le habían traído mascarillas N95, la doctora Swegler no hubiera podido acceder a dispositivos protectores profesionales.
Su equipo dispone ahora de cuatro mascarillas por persona, y las usan en rotación. “Se supone que son de un solo uso, así que no es lo ideal”, lamenta, “pero en cualquier caso estamos más protegidos que con las mascarillas de menor calidad”, como las de tela, que son las que utiliza la población general. Su idea es utilizar este equipo de protección hasta que esté “contaminado hasta el punto de ser inutilizable”.
“Falta de liderazgo político”
El cargamento de mascarillas proviene de la ciudad fronteriza de Matamoros , en México. Tom Banning no ha querido detallar el origen concreto para proteger la “seguridad” del fabricante y de las personas llevaron las mascarillas hasta la frontera.
Pero el médico de 47 años asegura que “funcionan muy bien”. “No cuentan con la certificación de la agencia estadounidense del medicamento porque están fabricadas en México, ¡pero son mucho mejores que un pañuelo o que nada en absoluto!”, exclama.
“No enviaríamos soldados al frente como estamos equipando a nuestros médicos”, especialmente a aquellos que trabajan en las consultas, se enfurece, exaltado por la “ira”. Tom Banning sueña con federalizar el suministro y la distribución de mascarillas, dado que ahora es cada estado el que organiza la gestión de recursos.
El presidente Donald Trump dijo el pasado 19 de marzo que Estados Unidos no es un “recolector” y que el suministro de equipos de protección a los estados corresponde a cada uno de los 50 gobernadores, a pesar de que el Gobierno federal ha distribuido más de 10 millones en todo el país, y ha ordenado repartir muchas más.
En este momento, los diferentes estados compiten en los mercados locales, nacionales e internacionales para obtener mascarillas y respiradores artificiales, mientras que según los investigadores del Centro John Hopkins, tras 100 días de epidemia de coronavirus, la demanda de mascarillas en los hospitales del país alcanzará los 136 millones de mascarillas.
Un “sistema defectuoso” para Tom Banning, que lo achaca a “una cruel falta de liderazgo político”.