“No queremos ir a otra prisión como Moria”

Murtaza Walami observaba el progreso de los trabajos en el nuevo campo de acogida de Lesbos desde un promontorio que antaño fue posición militar. Una colina trufada de trincheras, un búnker y un refugio creado con la torreta de un tanque cuyo cañón señalaba hacia las hileras de tiendas blancas que ya se alineaban en la costa de Lesbos, a pocos kilómetros de la silueta que marca el territorio turco.”No a las fronteras”, había escrito alguna mano anónima en uno de los muros. “Ningún ser humano es

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