El viaje comienza en la estación de Deshengmen, al norte de Pekín. Apenas quedan un par de asientos libres en el bus 877, que va directo a la Gran Muralla. Es el primer fin de semana que abre sus puertas desde que el coronavirus obligara a cerrarla el 25 de enero. Aunque por ahora sólo se puede subir a la parte restaurada, la de Badaling, a 60 kilómetros de la capital.
El baoan -vigilante- del autobús toma la temperatura a cada pasajero y pide que se abran todas las ventanillas para ventilar. T