Cuando Alexei Kuzmich recibió una invitación para participar en octubre pasado en la muestra apadrinada por el Centro Nacional de Arte Contemporáneo de Bielorrusia -una entidad controlada por el régimen- su primer impulso fue rechazarla argumentado que este es un “país donde la libertad de expresión es imposible y todo está censurado”.
Pero entonces lo pensó mejor. Decidió protagonizar una auténtica “exhibición”. Aunque fuera aferrándose al sentido más estricto de la palabra. Se presentó en el