Superviviente de la bomba de Hiroshima: “El peligro nuclear se ha relativizado”

Eran las ocho de la mañana. La ciudad en guerra palpitaba en plena hora punta. La vida se abría paso como siempre, en espera de que aquel día tampoco llegara el gran ataque que se venía anunciando hacía meses. Entre sirena y sirena, los médicos acudían a las consultas, las bicis y los tranvías circulaban por las calles, los sacerdotes oficiaban misa ante devotos que se aferraban a una victoria milagrosa, las madres buscaban en los periódicos noticias del frente, los amantes discutían y se reconc

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