Un faraónico canal que divide a los turcos
Alrededor del caótico Estambul hay aldeas diminutas, rodeadas de colinas verdes por las que pastan apaciblemente los últimos bueyes de agua de Tracia, donde el sonido más estridente que podía oírse hasta hace dos años era el tintineo de las cucharillas en los vasos de té. Desde entonces, la tranquilidad de Sazlibosna, una de estas villas, está salpicada por cantos de protesta de activistas medioambientales; pronto, el ruido de las excavadoras podría imponerse.
Tras una década de anuncios pomposos