Una mancha negra en el uniforme de los Boy Scouts

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Las referencias en el cine y la literatura son infinitas. Hablamos de un club, el Boy Scouts of America (BSA), que es parte de las señas de identidad de generaciones de estadounidenses. Infancias tiernas, felices e inocentes al calor de fogatas, compañeros en pantalones cortos, marshmallows y aventuras inolvidables. O esa era la impresión grabada a fuego en el imaginario popular americano. Ahora se enfrenta a una gran mancha negra en su expediente con décadas de antigüedad. Más de 82.000 pers

onas han dado el paso de

denunciar abusos sexuales cometidos durante años

por parte de líderes de la organización por todo

Estados Unidos

.
La fecha límite hizo que afloraran aún más denuncias, un plazo establecido por una corte de bancarrotas del Estado de Delaware a donde los Boys Scouts han acudido como medida cautelar ante el daño que puede suponer semejante avalancha de demandas. Saben que

se enfrentan a graves acusaciones de pedofilia

en programas juveniles cometidos a nivel nacional y por distintos agresores, con víctimas que van desde los ocho hasta los 93 años.
Por número y por envergadura se trata de la mayor demanda de abuso sexual de la Historia en Estados Unidos, superior incluso al escándalo al que se tuvo que enfrentar la Iglesia Católica. Tampoco es una situación nueva. Las menciones a abusos de este tipo se remontan a los años 80 y en décadas posteriores llegaron los procesos judiciales. En 2012,

un juez de Oregon obligó a BSA a hacer públicos miles de páginas documentando abusos

cometidos a 1.200 niños entre 1965 y 1985.
Son parte de lo que bautizaron como los

“archivos de la perversión”

que usaban para documentar a los instructores pedófilos y mantenerlos alejados de la organización. Algunos datan de los primeros años de la institución.
Sin embargo, esos esfuerzos no han logrado poner freno a la hecatombe a la que ahora se enfrentan.

El domingo el número de demandas presentadas era de 82.663

, a falta de 24 horas para que se cumpliera el plazo para sumarse a la demanda colectiva. Hay denuncias de los 50 Estados y del extranjero, presuntos abusos cometidos en bases militares en Alemania y Japón. Y no solo de hombres, que son mayoría, sino de mujeres, que ahora forman parte activa de la organización fundada en 1910 con el objetivo de formar adultos responsables y

desarrollar su carácter y valores éticos

a través de actividades al aire libre como las acampadas, los deportes acuáticos o las excursiones.
El futuro de esa misión corre serio peligro, acogidos al proceso de bancarrota y con 1.000 millones de dólares en activos. Haría falta mucho más para hacer frente a una demanda de este tamaño. Sirva como referencia el caso de la Archidiócesis de Los Ángeles en 2007,

que tuvo que compensar con una media de 1,3 millones de dólares a cada uno de sus 508 demandantes

. La factura total alcanzó los 660 millones de dólares, el mayor desembolso en la Historia de la Iglesia. El BSA se enfrenta a más de 82.000 acusaciones.
“Esto es mayor que todos los casos combinados de la Iglesia Católica, por mucho”, explica Tim Kosnoff al diario Seattle Times, parte de un equipo de abogados que defiende a 18.000 demandantes. Kosnoff constata que la similitud de las historias de sus clientes es sorprendente pese a ser de distintas partes del país y de distintas generaciones. “

Las historias que describen son tan consistentes y repetitivas que casi se corroboran

“.
Son relatos como el de Frank Spinelli, que tenía 11 años cuando se unió a los Boy Scouts en 1978. Le asignaron al grupo de Bill Fox, un oficial de policía que acabó en prisión por abusar de tres menores en esos campamentos. A Spinelli le llevaba a tomar helado con la excusa de tocarle, presionándole para que durmiera en su casa y hablando de sexo. Fueron tres años de abusos sexuales, según documenta el diario

The New York Times.

Como muchos que ahora han dado el paso de denunciar a los Boy Scouts of America, Spinelli

estudió la posibilidad de demandar a la organización

pero se lo impidió el tiempo transcurrido desde su experiencia traumática con Fox, una situación similar a la de muchos casos desestimados en la era del MeToo, el movimiento feminista que ha aireado infinidad de casos de acoso y abuso sexual.
Desde su fundación a principios del siglo XX, los Boy Scouts of America han visto pasar

a más 130 millones de jóvenes estadounidenses por sus filas

, con nombres ilustres como Walter Cronkite, Michael Jordan, Bill Gates, James Stewart, John Wayne, Richard Gere, Steven Spielberg, Bill Clinton o John F. Kennedy. A día de hoy sigue siendo una de las organizaciones juveniles más grandes del país, con más de dos millones de niños y niñas inscritos cada año y atendidos por un cerca de un millón de voluntarios.
El club surgió en EEUU de la experiencia de un magnate de los periódicos de Chicago, William D. Boyce. En una visita a Londres recibió la ayuda desinteresada de un joven explorador que se negó a recibir propina. Eso le inspiró para importar el concepto con la idea de inculcar en la juventud estadounidense

un espíritu patriótico y moralmente recto

y generoso, unos valores que han marcado a varias generaciones de americanos.
De momento, la organización se ha disculpado a través de un comunicado. Aseguran estar “devastados por el número de vidas impactadas

por abusos del pasado entre los Scouts

“, indicaron, mientras buscan una forma de compensar a las víctimas. “La respuesta que hemos tenido de los supervivientes ha sido desgarradora”.
Confían en que el diálogo con las víctimas y el paraguas de la bancarrota les saque del agujero en el que están. Los equipos legales detrás de la demanda

no lo ven tan claro

. Nunca antes habían lidiado con un escándalo de semejante envergadura.