Viktor Orban deja el Partido Popular en la Eurocámara

No ha sido una sorpresa, no parecía haber ninguna alternativa y todos quedan más o menos satisfechos con el resultado, pero el anuncio de esta mañana de que Fidesz, el partido de Viktor Orban, abandonará el grupo popular en la Eurocámara ha sacudido como un terremoto la política comunitaria. Después de años de tiras y afloja, de insultos, malabares imposibles, provocaciones y desaires, y de una suspensión indefinida del partido, Orban ha optado por irse antes de que le echaran.

La decisión, por el momento, afecta sólo al grupo en la Eurocámara y no formalmente al Partido Popular Europeo. Pero la permanencia en éste, presidido por Donald Tusk, la persona que en Bruselas más ha pedido la expulsión de Orban, se antoja muy complicada. En Bruselas no siempre partido y grupo van de la mano. Se puede formar parte de una familia política, pero encuadrarse después en otro grupo. No es frecuente, pero hay casos por diferentes razones. Pero en el caso de Fidesz, con la carga política de la decisión, resultará muy delicada. Y haría que fuera muy difícil, sino imposible, que se sumara a grupos como ECR, el de los conservadores que acoge a Vox o al partido de Gobierno en Polonia.

Las razones son de sobra conocidas, tras una deriva cada vez más autoritaria y populista, pero el detonante ha sido la decisión de este miércoles del grupo popular de cambiar sus reglas internas, de tal modo que la expulsión de miembros díscolos o que directamente van contra los estatutos de la familia popular fuera mucho más sencilla. Orban avisó de que si esa votación se consumaba no habría punto de retorno. Y no lo ha habido. La moción en Partido Popular Europeo salió adelante con 148 votos a favor, 28 en contra y 4 abstenciones. Y minutos después, Orban envió una carta al alemán Manfred Weber, el líder del grupo en la Eurocámara, informándome de su salida.

“Presidente, por la presente le informo de que los miembros de Fidesz renuncia a su membresía en el grupo del Partido Popular Europeo. Con cientos de miles de europeos en el hospital y los médicos atareados salvando sus vidas es muy decepcionante ver que el grupo popular está paralizado por sus asuntos administrativos internos y trata de silenciar a nuestros eurodiputados democráticamente electos”, dice la carta. “La enmienda al reglamento interno es claramente en un movimiento hostil contra Fidesz y nuestros votantes () por tanto, Fidesz ha decidido dejar el grupo inmediatamente”, se puede leer en el documento. La carta es para Weber, no para Tusk

La situación de estos años ha sido como una herida abierta, sin llegar a provocar un colapso del sistema, pero drenando las fuerzas. El PPE, con Weber a la cabeza, se resistía a echar a Orban o a dejarlo ir. Por eso en 2019 se aprobó su suspensión temporal, que sigue vigente. Una forma de congelar el problema, sin llevarlo hasta el extremo. La dirección de la familia popular le daba tiempo para corregir su actitud, y al mismo tiempo podía mandar el mensaje a Europa de que se habían tomado medidas.

La teoría detrás del razonamiento es conocida: Orban dentro era una piedra en el zapato, un problema de imagen y de coherencia, una forma de perder credibilidad, pero Orban fuera es un problema aún más grande para Europa. No sólo por la pérdida de sus 13 diputados para el grupo, que también, sino porque el ejemplo que tienen más presente es el de los tories de David Cameron. Mientras estuvieron en el PPE fueron un problema, cuando se fueron acabó llegando el Brexit.

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