Vivió tres años escondida en un pozo disimulado en un establo. A oscuras, en silencio, sin darse jamás una ducha, en medio de cucarachas “y otros bichos”. Comiendo patatas y tomando agua. “Y un poquitito de pan, cuando había”. Resistía para que los nazis no la encontraran, para que no la mataran. Y antes de eso había pasado otros dos años en un gueto en Polonia, donde mataron a buena parte de su familia y amigos. A sus 96 años, Elsa Soslowska de Olszewicz tiene autoridad de sobra para hablar de