A principios de abril, cuando todo se tambaleaba por culpa del SARS-CoV-2, un sondeo preguntó a 2.200 estadounidenses si se vacunarían en cuanto pudieran contra aquella nueva infección que no dejaba de crecer. Casi ocho de cada 10 contestaron que sí. La vacuna suponía la salvación frente a la amenaza, el arma definitiva contra una pesadilla que había metido a medio mundo en sus casas. Sin embargo, siete meses -y varias candidatas prometedoras- después, los encuestados no lo ven tan claro. El 9 d