La lección más importante de la tercera ola es que deberíamos haber aprendido más de las anteriores. Aunque es difícil, tras meses viviendo en vilo y bajo un permanente bombardeo de propaganda y bronca, no tropezar de nuevo en la misma piedra. El simple hecho de llamarlas olas, como si fueran fenómenos naturales ajenos a la acción humana, es ya un problema. En rigor, las gráficas no dibujan exactamente tres ondas: la primera fue repentina e inmensa, mientras que la segunda llegó lenta, disimulad