Identifican en Tanzania las huellas de un homínido desconocido que vivió hace 3,6 millones de años
En 1978 varias huellas fueron desenterradas en Laetoli, en el norte de Tanzania. Impresas en una capa de ceniza volcánica hace 3,66 millones de años por un grupo de Australopithecus afarensis -la especie a la que perteneció Lucy- suponen el testimonio más antiguo de bipedismo en la familia Hominidae. Además de este valioso hallazgo, entre los muchos restos explorados en el yacimiento africano, otro conjunto de huellas llamó la atención de los investigadores y suscitó cierto debate: cinco pisadas consecutivas que algunos identificaron como pertenecientes a otro tipo de homínido; sin embargo, ciertas afinidades con huellas de osos impidieron que se identificasen de forma concluyente. Ese segundo grupo caería en el olvido en los años posteriores.
Hubo que esperar hasta 2019 para que un nuevo equipo de científicos reexaminase esa parte del yacimiento de Laetoli. Crearon un archivo digital mediante fotogrametría 3D y escaneo láser y compararon las cinco huellas con otras hechas por osos, chimpancés y humanos modernos. “Dadas las crecientes pruebas científicas en los últimos 30 años sobre diversidad locomotora y de especies en el registro fósil de los homínidos, estas huellas inusuales merecían otra mirada”, explica Ellison McNutt profesora en el Heritage College de Medicina Osteopática de la Universidad de Ohio y autora principal de un artículo que se publica este miércoles en Nature.
El conjunto de nuevos análisis revela que las huellas fueron dejadas por una especie de homínido aún desconocido. “La escasa anchura de sus pasos corrobora la interpretación original de que se trataba de un pequeño homínido bípedo de pasos cruzados”, escriben los autores. Un detalle que ha llamado la atención y que es difícil de interpretar: el pie cruza por delante del cuerpo para tocar el suelo justo delante del otro pie. “Aunque los humanos no suelen caminar con el paso cruzado, ese movimiento puede producirse cuando uno intenta recuperar el equilibrio”, matiza McNutt. “Las huellas podrían haber sido el resultado de un individuo caminando por una superficie desnivelada”.
En cualquier caso, “las proporciones inferidas de los pies, los parámetros de la marcha y las morfologías 3D de las huellas del yacimiento A [en el que se hallaron las cinco huellas] se distinguen fácilmente de las del yacimiento G [donde se encontraron las de los Australopithecus], lo que indica que en Laetoli coexistieron como mínimo dos taxones de homínidos con pies y marcha diferentes”, concluyen los investigadores en el artículo de Nature.
Comparación con osos
El equipo también señala que, si bien se han encontrado miles de fósiles de animales en Laetoli, ninguno corresponde a osos. El equipo colaboró con un centro de rescate y rehabilitación de osos negros (Ursus americanus) situado en Lyme (New Hampshire), donde seleccionaron cuatro ejemplares semisalvajes con patas de un tamaño similar al de las huellas de Laetoli. Realizaron moldes y grabaron más de 50 horas de vídeo, en las que constataron que los osos caminan sobre dos patas menos del 1% del tiempo, lo que hace muy improbable que las huellas en Laetoli fueran dejadas por un oso, máxime teniendo en cuenta que tampoco se encontraron otras huellas de oso caminando a cuatro patas.
“Cuando los osos caminan sobre dos patas dan pasos muy amplios, tambaleándose hacia adelante y hacia atrás”, señala Jeremy DeSilva, profesor de antropología en Dartmouth y coautor principal del estudio. “Son incapaces de caminar con un paso similar al de las huellas, ya que la musculatura de sus caderas y la forma de sus rodillas no permiten ese tipo de movimiento y equilibrio”. Los investigadores explican además que los talones de los osos se estrechan y que sus dedos tienen forma de abanico, mientras que los pies de los primeros humanos son cuadrados y tienen un dedo gordo prominente.
También se recogieron huellas de chimpancés semisalvajes (Pan troglodytes) en el Santuario de la Isla de Ngamba, en Uganda, además de las de dos ejemplares jóvenes en cautividad en la Universidad de Stony Brook en Nueva York. Los investigadores explican que los chimpancés tienen los talones relativamente estrechos en comparación con la parte delantera del pie, un rasgo que comparten con los osos. “Los homínidos de Laetoli caminaban con un golpe de talón distintivo y el hallux (dedo gordo) sobresalía ligeramente hacia un lado, aunque no tanto como el de un chimpancé”, resume DeSilva.
Diferentes especies
Si bien el conjunto de análisis apunta a que las huellas fueron dejadas por humanos, las proporciones de los pies, la morfología y el tipo de avance muestran que son distintas de las del Australopithecus afarensis. “Las huellas pueden enseñarnos algunas cosas sobre sus creadores pero no todas; hasta que no tengamos más fósiles de la zona sólo podemos especular sobre su aspecto y comportamiento”, matiza el investigador. Lo que sí se puede afirmar es que vivieron en la misma época que los Australopithecus: hace 3,66 millones de años.
“Las huellas que excavamos en el yacimiento A se encontraban en la misma capa de toba que las célebres huellas del yacimiento G”, declara DeSilva. “Dado que todas se produjeron en un corto período de tiempo en Laetoli, es una prueba sólida de que las dos especies no sólo coexistieron sino que fueron contemporáneasen un mismo paisaje”. Así pues, según los investigadores, el hallazgo supone una nueva prueba de diversidad en la familia en este periodo. “Ya teníamos pruebas de esto desde la década de 1970, sólo ha hecho falta el redescubrimiento de estas maravillosas huellas y un análisis más detallado para llegar hasta aquí”.