Es cierto que no es como marzo. Es mucho peor. En ese momento había un país desconcertado que, a pesar de pagar un alto precio, encontró una unión y serenidad que se ganó la estima del mundo. Ahora, aparte del primer ministro, nadie cree que todo saldrá bien. Y esta pérdida colectiva de confianza es el efecto secundario más grave de un devastador flashback del virus, pero también de una trágica falta de preparación para predecirlo y manejarlo. Dice un anestesista, y es una voz entre mil: “Ese gr