En la isla de Sant Felipet, muy cerca de la bocana del puerto de Mahón, hay una fortaleza imponente cuyos altos muros no se construyeron para contener el ataque de las tropas enemigas o defender la ciudad de los saqueos. Su misión era frenar otro tipo de amenaza: las epidemias.

En una época en la que aún no se conocían ni el origen ni la forma de transmisión de muchas enfermedades, la única manera de hacer frente a la peste, la fiebre amarilla o el cólera era intentar aislar a los posibles afec